Años antes de que irrumpiera en el éter la magia del Internet que revolucionó las comunicaciones, Manizales tuvo en el siglo pasado un ciudadano ejemplar que quiso madrugarles en materia de archivos, por la Hemeroteca, a fuentes de información tan todopoderosas como Don Google y Doña Wikipedia.
Caballero de maneras exquisitas, se llamaba Tomás Marulanda López y ofició en una época como secretario del Concejo de su ciudad de origen. Cuando nos aplicábamos a esta tarea establecimos que hace unos tres años descansó en la paz del Señor. Al irse, se llevó consigo su tozuda fe de carbonero jamás vencida.
El utópico sueño de quien siempre trabajó solo en su artesanal propósito se fundamentaba en una colección, alimentada pacientemente, día tras día, por más de 40 años, con los cotidianos ejemplares de El Tiempo, de Bogotá, y LA PATRIA, de Manizales.
Con el correr de los años el voluminoso archivo llevado minuciosamente, clasificado por fechas y contenidos, ocupaba unas tres piezas de su residencia. Todo indica que el singular museo subsiste en territorio bogotano por decisión de sus seres queridos tal como lo dejó. Falta por conocer si tras la muerte del jefe del hogar mantuvieron viva su práctica regular o la suspendieron.
Antes de mudarse al imaginario universo de los párpados cerrados pensó en donarlo a alguna institución que valorara su esfuerzo. Era el único ser capaz de encontrar el dato o la noticia requerida en esa dispendiosa jungla, mole o maraña de papel periódico. Nunca dio detalles del modus operandi de su empolvado arrume de prensa vieja, al que no se le apuntaría, hoy, ni el más resuelto de los recicladores para venderlo por kilos o, a lo mejor, por toneladas.
Nosotros supimos de la existencia de semejante aglomeración de periódicos de ayer cierta mañana en la que el señor Marulanda nos visitó repentinamente en las oficinas de la Torre Sonora de RCN, en el Barrio Teusaquillo, de Bogotá, para proponernos que la cadena radial le comprara su colección sui géneris que, a su juicio, le sería de suma utilidad como músculo y soporte de apoyo en su servicio informativo.
Al advertir que no había logrado vendernos la idea, de entrada, don Tomás nos pidió que le sirviéramos, entonces, de puente para poner su proyecto en conocimiento del magnate don Carlos Ardila Lulle, el dueño de la cadena, quien “seguramente se haría a semejante tesoro”. Para ponerle fin al embarazoso encuentro (lo afirmamos con el debido respeto) quedamos en darle aviso, en caso de que el gran timonel de la Organización quisiera recibirlo en su despacho, cosa que nunca sucedió.
Se supone que para transportar la Hemeroteca por vía terrestre de Manizales a Bogotá (cuando cambió de ciudad domiciliaria) su dueño debió desembolsar por el flete una suma importante. De su familia lo último que supimos fue que su hijo Eugenio Marulanda, exdirector de Confecámaras, aspiró, sin éxito, a la gobernación de Caldas, por elección popular.
Según el refranero popular, “el que busca, encuentra” y al salir de cacería por la red hallamos un pequeño espacio que el señor Google le dedicó, hace siete años, a una joven periodista que es, al parecer, nieta del personaje que nos ocupa. Dice a la letra:
“Hemeroteca virtual Tomás Marulanda López”. Patrimonio en construcción. Laura Posada Marulanda. Trabajo de grado para optar por el título profesional de Comunicadora Social con énfasis en Producción Editorial. Director del trabajo de grado: Luis Ignacio Sierra G. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Comunicación Social y lenguaje. Carrera de Comunicación Social. Julio 31 de 2008”.
La apostilla: ¡Qué coincidencia! En 1976, mientras don Tomás Marulanda buscaba en Bogotá un comprador para su dispendiosa Hemeroteca, el cantante puertorriqueño Héctor Lavoe vendía como pan caliente su disco salsero titulado “Periódico de ayer” que tiene este párrafo de entrada o lead:
“Tu amor es un periódico de ayer que nadie más procura ya leer… sensacional cuando salió en la madrugada… a mediodía ya noticia confirmada y en la tarde materia olvidada… Tu amor es un periódico de ayer”…
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