Ante el comienzo de la Cuaresma y la proximidad de la Semana Santa, la diligente profesora de informática pide a sus párvulos que desde sus computadores le dirijan unos correos electrónicos sobre la más importante celebración del Cristianismo.
En menos de lo que cantó tres veces el famoso gallo de la pasión del hijo del carpintero de Nazaret, la entusiasta chiquillería empezó a disparar mensajes a la institutriz que aprovechó la tarea impuesta a sus tiernos discípulos para dedicarse a resolver el crucigrama de su diario predilecto. Entremos en materia:
Jesús Sacramentado: Si sabías que el Judas te iba a traicionar, ¿por qué no lo echaste de tu equipo de apóstoles? (Lucas).
Si el Iscariote te iba a vender por 30 monedas a tus enemigos, ¿por qué lo dejaste sentar a la mesa en la última cena? (Luis).
¿Por qué no hubo mujeres en la famosa cena de despedida, como la Virgen María o la Magdalena? (Verónica).
¿Cuál fue el plato fuerte de la última cena? ¿Optaron por pedir cordero o pescado? ¿Lo acompañaron con vino de consagrar o con cervecita? (Hugo).
¿Te gustó la pintura de la última cena del señor Leonardo Da Vinci en la que invirtió 7 años, en Italia? (Pedro Juan).
¿En el tabernáculo se emborrachó alguno de tus apóstoles? ¿Qué cara ponía el muy solapado del Judas? ¿Sentiste asco cuando te beso en la mejilla, al entregarte a la gendarmería de don Poncio Pilatos? (Iván Darío).
¿Por qué te vas año tras año, al mismo huerto de Los Olivos, a rezar, y no cambias de sitio para despistar a los judíos que siempre te detienen con propósitos criminales? (Cristina).
¿Cómo hiciste para que te saliera tan perfecto el truco en el que le pegaste al judío la oreja que le cercenó tu apóstol Pedro, de certero espadazo, en el momento de tu captura? (Humberto).
¿Habrá forma, Divino Maestro, de que para cambiar un poco la Historia Sagrada, ganemos este año los buenos y crucifiquemos a los malos, encabezados por Pilatos, Caifás e Iscariote? (James).
¿Te cayó mal el tal Barrabás? ¿Tuviste ocasión de intercambiar algunas palabras con Dimas y Gestas, los dos ladrones que te acompañaron en el Gólgota? (William).
¿Fui el despreciable Caifás el que ordenó tu corona de espinas y el INRI para tu Santa Cruz? (Tatiana).
¿La Samaritana, la que te dio de beber, camino del Monte Calvario, era bonita? (Yolanda).
¿Perdonaste a Pedro por haberte negado tres veces, durante la agonía, en la cruz, o al llegar a la diestra de Dios Padre? (Pamela).
¿Te han pagado alguna vez derechos de autor por la creación de Las Siete Palabras? (Elkin).
¿Será cierto que una vez pensionado, al regresar a su natal Roma, Pilatos montó una fábrica de lavamanos que llamó “Los Poncios”? (Yesid).
¿Cómo te las arreglaste para conseguir la asombrosa multiplicación de los panes y los peces, en las bodas de Caná de Galilea, sin que se te notara el truco? (Eduard).
La apostilla: Diálogo para redondear este ejercicio de nuestros “locos bajitos”, como apoda a los niños de todo el universo el cantante catalán Joan Manuel Serrat: Un sujeto no identificado del Sanedrín de Caifás llama por teléfono a la casa de la familia Iscariote y pregunta: “Por favor, ¿don Judas está?”. Respuesta de una hermana del traicionero más despreciado de la historia sagrada: “No señor, no está… Salió para el ‘aero-huerto’ a despedir a un amigo…”.
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