Aun cuando murió hace casi cuatro años, en su chalet de Cancún, el comediante mejicano Roberto Gómez Bolaños continúa dándoles utilidades a los herederos de sus derechos autorales y genera disputas entre programadoras por sus espacios humorísticos.
La televisión de habla hispana se niega a guardar en sus archivos la rica producción humorística del irrepetible “Chespirito”, que tiene enormes legiones de seguidores en casi todos los países latinoamericanos. Por lo visto, no es buena la idea de dejarlo descansar en la paz de los sepulcros de su México lindo y querido del que partió a sus 85 años.
En Colombia se pelean la sintonía en las mañanas de los sábados, por “El Chavo” y sus demás personajes, los canales Caracol y RCN. Hacen la transmisión de los “refritos” a la misma hora, práctica competidora que también emplean en sus noticieros, las telenovelas y los concursos. En este mano a mano siempre les ganan los Santo Domingo a los Ardilas.
La franja diaria de 5 a 6 de la mañana la dedica el muy mejicano “Canal de las Estrellas” a las repeticiones de los mejores capítulos de “El Chavo”, “El Chapulín”, “El doctor Chapatín”, “Chaparrón Bonaparte” y los amigos de lo ajeno “Chómpiras” y “El Botija”.
Del elenco mejicano han desaparecido, además del polifacético Gómez Bolaños, su hermano Horacio (“Godínez”); Ramón Valdés (“Don Ramón”); Angelines Fernández (“Doña Clotilde” o ”La Bruja del 71”); Rubén Aguirre, “El profesor Jirafales”, y Raúl “Chato” Padilla, “Jaimito”, el cartero perezoso que siempre quería evitar la fatiga.
Sobreviven del grupo artístico, alejados de los escenarios, Edgar Vivar, quien al someterse a una agresiva dieta (un bypass gástrico) perdió los 60 kilos de peso que le permitieron encarnar exitosamente, por largo tiempo, a personajes tan mofletudos como “El señor Barriga”, su hijo “Ñoño” y “El Botija”, el ratero cómplice de “El Chómpiras”. Siguen en circulación Florinda Meza, “doña Florinda” o “La Chimoltrufia”, segunda viuda de “Chespirito” en la vida real; Carlos Villagrán, ”Quico”, y María Antonieta de las Nieves, “La Chilindrina”. En el momento de su muerte, don Roberto sostenía pleitos con los dos últimos actores en los estrados judiciales mejicanos, pese a que se los inventó e hizo famosos. Fueron relaciones que acabaron en malos términos.
Una prueba inequívoca de lo difícil que resulta sustituir a un comediante de la talla de “Chespirito”: La poderosa red “Televisa” (la de todos sus afectos) ha puesto al aire, en México, el programa “Cero en conducta”, en el que una pareja de maestros (mujer y hombre), provistos de enormes reglas, reparte palo por doquier entre un grueso número de indisciplinados estudiantes, todos mayores de edad, disfrazados de muchachitos. Con este bodrio no se va a llenar el profundo vacío que dejaron en la escuelita del famoso vecindario “El profesor Jirafales” y “El Chavo del 8”.
Acompañan a don Roberto en el más allá, en el elenco de los irrepetibles del buen humor mejicano, Mario Moreno, “Cantinflas”; Antonio Espino Mora, “Clavillazo”; Adalberto Martínez Chávez, “Resortes”; Germán Valdés, “Tintán”, y Marco Antonio Campos y Gaspar Henanie, “Viruta” y “Capulina”.
La apostilla: El cerebro del hurto multimillonario al Bancolombia, de la avenida Santander, en Manizales, se había aprovechado antes de los derechos de propiedad intelectual del inolvidable Roberto Gómez Bolaños, al ponerle el nombre de "Don Ramón" a sus dos restaurantes e incluir en su menú “El plato de la Chilindrina”.
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