Gracias a la exhibición de buen fútbol que ha dado la Selección Colombia, de la mano del profesor José Néstor Pékerman, en el Mundial de Rusia, millones de compatriotas tenemos los corazones alegres como una fiesta de pueblo.
A la celebración debemos sumar el beneplácito de la afición ante el fracaso del antipático entrenador portugués José Mourinho, quien en los días previos a la apertura del mundial de la FIFA, vaticinó en tono burlesco que nuestra Selección sería eliminada en la primera ronda. Errático en sus pronósticos, el arrogante entrenador no acertó en la humillación sufrida por la encopetada Alemania. Fuimos primeros en el grupo que nos correspondió y enfrentaremos el martes al combinado de Inglaterra, país que por cosas del fútbol europeo tiene que aguantarse al polémico sabelotodo lusitano.
Como el filólogo Roberto Cadavid Misas, Argos, nos enseñó a no incurrir jamás en la majadería de intentar cambiar un texto que está bien redactado, nos permitimos transcribir esta magnífica alabanza que nos dedicó desde Rusia el periodista argentino Lucas Bertelloti, enviado especial de la Revista Goal, con este sentido título: Gracias por enamorar, Colombia:
Quizás no salga campeón ni clasifique a los octavos de final, pero, en un partido, este equipo ya regaló lo que casi nadie en el Mundial.
Un toque de James ya te regala una caricia al corazón. Ese pase cruzado a Cuadrado en el tercer gol hizo gritar a los ingleses, a los polacos y a los estadounidenses, que no se conmueven con nada de nada, que están encerrados en hoteles y centros de prensa sin salir a la calle, que viven mirando sus computadores. Esa exquisitez de Falcao con el borde externo es un poema del fútbol. El pase de Juanfer Quintero al Tigre fue una idea de fútbol que ya casi no existe en estos tiempos modernos: tomarse ¡un segundo! y darle de lleno con el borde interno. Calibre perfecto.
Todavía ni siquiera se sabe si Colombia se clasificará a los octavos de final. Tampoco si es un equipo que está para avanzar demasiado alto en el Mundial Rusia 2018. Pero, ante Polonia, es un equipo que enamoró como no lo había hecho ningún otro en este torneo. Fue un delirio de calidad técnica y buen fútbol lo que hizo el equipo de Pékerman, que al fin se sacó las cadenas y puso a los jugadores más técnicos que tenía en el campo de juego.
El estadio de Kazán bailó al ritmo del "¡ole!" "¡ole!" "¡ole". Cuadrado por derecha estaba inspirado por los ángeles. Bailaba arriba de la pelota y enloquecía a todos. James, no tan desequilibrante pero lúcido para entregar siempre bien. Quintero, pura calidad. Falcao, un pedazo de historia que sabe todo lo que se necesita para ser 9 de este equipo.
Sobran los equipos rígidos, estructurados, monótonos y grises en este torneo. Especialmente los europeos, que crean sistemas tenebrosos para maquillar su falta de fútbol. Colombia piensa y vive al revés de esa teoría. Es un equipo que transmite alegría. Nada más y nada menos.
PD: Son instantes, como el gol de Panamá!!... Lo bonito y esencial del fútbol!!.. sin importar el marcador...
Carpe diem.... vivamos el día!
La apostilla: Al gallardo señor Bertellotti se le puede perdonar que en su bella crónica haya puesto en duda el paso de Colombia a la siguiente ronda, mas no al lenguaraz Mourinho, famoso por sus descomedidos comentarios sobre el mejor espectáculo del mundo.
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