El enrarecido ambiente electoral en el país es evidencia de que haber firmado un acuerdo de paz no nos ha puesto en la senda de la reconciliación. Estamos desperdiciando las oportunidades generadas por la negociación política del conflicto armado. La Reforma Rural Integral está en cuidados intensivos por cuenta de la endeblez institucional y la disminución de los recursos para el sector. Sin embargo, lo que realmente bloquea la Reforma Rural es la acérrima defensa de la concentración improductiva de la tierra que parece configurar un episodio más en la larga cadena de derrotas históricas del campesinado colombiano.
Quedó claro que esperar de este Congreso una reforma política orientada a mejorar nuestro sistema electoral es como confiar en que Drácula cuidará bien un banco de sangre. En los municipios en los que comenzó la sustitución de cultivos ilícitos aumentó la tasa de homicidios. Centenares de líderes sociales han sido asesinados. Las arengas a favor del maximalismo punitivo ahogan las razones de la justicia restaurativa.
Tanto la guerra como la paz son sistemas, redes de relaciones. Un estudioso y activista de la paz, el profesor estadounidense John Paul Lederach, advierte con toda claridad que la paz sostenible necesita no solo del silenciamiento de los fusiles sino también de la reconciliación. Esta, a diferencia del perdón, es un proceso social. El perdón es un asunto individual. La reconciliación no equivale a minimizar o hacer a un lado las diferencias. Corresponde a la disposición de asumir las relaciones entre adversarios como relaciones entre seres humanos. Tiene que ver con la relativización de la enemistad, es decir, con la aceptación del otro como alguien con quien es posible la convivencia al interior de la misma comunidad política. La reconciliación, reitera Lederach, es un punto de encuentro entre el pasado y el futuro; entre el reconocimiento de las injusticias –padecidas y producidas- y del carácter interdependiente del futuro.
En las elecciones del domingo hay que votar por aquellos candidatos que han sabido distanciarse de los discursos del odio y del miedo. La abstención no es una alternativa válida. Vender el voto o no votar son conductas que erosionan aún más la calidad de nuestra democracia y embolatan la reconciliación. El voto en blanco en las elecciones al Congreso es legítimo pero no es recomendable. Sí hay por quién votar. No podemos desperdiciar la oportunidad de apoyar aquellas voces que en el Senado y en la Cámara de Representantes pueden contribuir positivamente al proceso de transición hacia la paz. Como decía Clausewitz a propósito de las decisiones en las guerras, nunca puede recuperarse una oportunidad perdida. Esto también aplica a las decisiones sobre la paz.
En ciencia política y en economía hay un recurso analítico que ayuda a explicar procesos que se retroalimentan a lo largo del tiempo. Se trata de la “dependencia de la trayectoria”. Por ejemplo, una vez se ha difundido ampliamente una nueva tecnología, resulta cada vez más costoso sustituirla por otra aún si la segunda es más eficiente o mejor que la primera. Los obstáculos para poner fin a nuestra dependencia de los combustibles fósiles son un ejemplo de retroalimentación. Una vez la sociedad transita por una senda y los mecanismos que la reproducen en el tiempo se han puesto en marcha, esta resulta muy difícil de revertir. Otro recurso analítico asociado al de la “dependencia de la trayectoria” es el de las “coyunturas críticas”. Una coyuntura crítica es un momento formativo, algo así como un cruce de caminos. No es una “causa” en el sentido convencional de aquello que “produce” un efecto. Se trata de una decisión que pone en marcha múltiples causas que convergen en el reforzamiento de la misma trayectoria.
Podríamos hacer de estas elecciones una coyuntura crítica capaz de inaugurar una trayectoria hacia una sociedad menos injusta, sin guerra y sin violencia, si votamos masivamente por candidatos comprometidos con la igualdad de los ciudadanos ante la ley y con la reducción significativa de las desigualdades sociales. Candidatos que rechazan la corrupción con su conducta y no solo con su retórica y que, además, le apuestan a la reconciliación entre los colombianos. Explore, piense y vote. La abstención es cómplice de los corruptos.
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