Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Las cifras no ayudan, el fútbol tampoco, la noche oscurece temprano, pero el Once Caldas no se puede quedar ahí, tiene como mejorar y debe hacerlo.
Una victoria en 6 juegos -sin ganar aun en casa- de los cuales 3 fueron derrota incluyendo la doble confrontación con Junior es un balance estadístico pobre, con el agravante de que solo ha convertido 2 goles, ambos contra Cali, uno de ellos de penalti.
Los números no mienten, y hay déficit. Sin embargo -y a diferencia del semestre pasado- la sensación ahora es de una plantilla superior, y que se va a salir del bache.
La eliminación en Copa era previsible después del 0-1 en Palogrande, aunque el 3-0 fue escandaloso, independiente de la categoría del rival, con una nómina tan poderosa que se dio el lujo de sentar a Teo y Chará, sus principales estrellas.
Junior ganó de manera contundente con un marcador amplio que fabricó después del minuto 30 cuando el Once Caldas se desvaneció, tal como sucedió frente al Cali, con la ventaja de que en aquella ocasión alcanzó para el triunfo.
El asunto es profundidad, y algo se ha ganado porque el equipo se arrima, pero no hay efectividad. Arango en el 0-0 creó opciones y las tiró arriba, en cambio Ovelar en la primera que tuvo anotó con la vieja fórmula del centro de costado.
Además Ortega anda perdido, Farías corre sin que nadie le ponga el balón limpio, el paraguayo Alvarez solo ilusionó en su estreno, López se nota frio, y Zapata es un jugador distinto para explotar en velocidad y amplitud de campo.
Pero ahí están las herramientas con qué programar el operativo ofensivo partiendo del alza en los rendimientos individuales, y de la aparición de un Ortega en plan protagónico, no dando vueltas, desentendido, y con pases a 3 metros.
El lío grande está en la zona de volantes donde no hay contención, con unos niveles de marca preocupantes, tanto que el técnico ya probó todas las posibilidades sin solución a la vista, advirtiéndose como el punto frágil de la propuesta.
Lo lamentable es que contagia el desempeño de una defensa que con Davinson obtuvo talla y seguridad por el centro, siendo vulnerable por los costados ante las flojas coberturas desde el medio, haciendo que le lleguen fácil al colosal Cuadrado.
Los correctivos hay que aplicarlos en procura del equilibrio que está faltando para que el Once Caldas sea seguro, más corto, salga jugando desde esa zona, y no se desnude cuando pierda el esférico, que es lo que genera desconfianza adentro.
Decía en mi columna anterior que es cuestión de trabajo y de tiempo, y no hay duda, respaldándolos con resultados, y esta tarde dura prueba ante un Santa fe práctico, invicto, líder, de juego aéreo y movilidad en la parte alta.
La Copa quedó atrás, era un objetivo complicado para un grupo que apenas se estructura, y la liga no da plazos, por lo que el Once Caldas con esa sola tarea debe optimizar recursos en el entendido de que hay plantel para salir adelante.
Muchas voces negativas lo creen fundido -o lo quieren hundido- y la verdad eso a nadie beneficia. Me quedo en la fila de los optimistas porque veo materia prima y técnico para enderezar, a sabiendas de que el camino es rocoso.
P.D.: Junior, antes hijo, hoy papá. Le quitó el título 2011 al Once Caldas en Palogrande, y este año de 12 puntos le ha ganado 11, goleando 3-0 las 2 veces en el Metropolitano. Y pensar que serán 2 partidos más por Liga porque Dimayor lo tiene como ‘clásico regional’.
Hasta la próxima...
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