Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Lo que más tranquilizó de la confirmación de Hubert Bodhert como técnico del Once Caldas fue evitar que se cometiera otra locura ante la falta de un plan B -que nunca existió- porque en carpeta solo estaba el ex de Jaguares.
Tanto es así que la noticia falsa de que había preferido la Sub-20 de Colombia originó versiones de amigos -o expatronos no sé- promocionando a Alberto Bulleri, fracasado con el Pereira, en lo que sería repetir el triste capítulo de Lisi.
Otros empezaron a hacer campaña por Herney Duque -crudo todavía- mientras de fondo se escuchaban rumores sobre Jaime de La Pava -último con Tuluá y de discreta campaña con Bucaramanga- y hasta del mismo "Pecoso" Castro.
Al parecer solo versiones periodísticas ante una decisión tomada dos semanas después de que se marchó Maturana, en las que no hubo acción pese a la nómina insuficiente, y cuando es hora de tener por lo menos un listado de posibles fichajes.
Inclusive pertinente haber asegurado a Bodhert de tiempo atrás, sin esos vaivenes de la Federación, que seguramente le sirvieron para mejorar su pedido, y que llenaron de incertidumbre el futuro de la casa blanca.
Pero bueno -está hecho- no fue necesaria esa alternativa, ya hay entrenador, y debe entenderse como el comienzo de un periodo de alto riesgo, con limitados márgenes de error, en la que primara la sabia elección de los refuerzos.
Aquí la base es corta, las incorporaciones no serán costosas, pretender figuras es una utopía, y más allá de que el equipo se convierta en una fábrica de experimentos hay que tratar de acertar con nombres útiles que garanticen rendimiento.
Bodhert llega con un admirable presente, valorado por su propuesta con Jaguares, y especialmente reconocido por potenciar futbolistas, tarea clave en esta etapa que podría llamarse de transición.
Lo he dicho -y me sostengo- me preocupa que siempre manejó cuadros sin recursos, de mínimas pretensiones, sin la presión del público ni de la tribuna, con medios más tolerantes, y en plazas donde todo era ganancia.
Aquí es diferente, no hay plazos, ganar es la alternativa y por eso debe adaptarse rápido, seleccionando su grupo con criterio y buen ojo, y montando un dispositivo que ofrezca razones distintas al Once Caldas de los últimos años.
Del mismo Jaguares, inclusive, podría echar mano de Juan Pablo Zuluaga, César Carrillo, Darwin López o Ricardo Steer, muchachos sin sonoridad con nivel parejo y competitivo, y eso sí, que se cuide de los empresarios amigos de Paniagua.
Me cuentan que esta semana se reunieron los directivos con la prensa, algunos aficionados y representantes de las fuerzas vivas de la ciudad en un conversatorio sano y oportuno para acercar el Club con los generadores de opinión y la fanaticada.
Loable intención para rescatar los lazos perdidos, unir y comprometer, coincidiendo los asistentes en que imperó el buen tono y la cordialidad, fallando un pequeño detalle, y fue que no estuvieron ni Pineda ni Castrillón.
Dejaron la iniciativa en cabeza del cuestionado Paniagua, un personaje sin resultados en ninguna de las gestiones emprendidas al frente del Once Caldas, llamando poderosamente la atención el porqué es objeto de confianza por parte de sus patrones.
P.D. Si Bodhert hubiese aceptado la propuesta de Fedefutbol, por gusto personal optaría por el regreso de Javier Torrente, locuaz y trabajador, exigiéndole al máximo porque lo mató su conformismo permitiendo que hicieran con su equipo lo que les dio la gana, pero sin duda, de lo mejorcito que ha pasado por acá.
Hasta la próxima…
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