Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Todos los equipos que están después del puesto 15 tienen partidos pendientes, y un ejercicio simple -planteando varias combinaciones- pondría al Once Caldas en el último lugar de la tabla con el campeonato al día.
Pasto que es colero con 15 unidades tiene aplazados contra Envigado y Huila, ambos en su patio. También cuentan con 6 puntos adicionales por disputar, Rionegro -penúltimo con 16- y Alianza Petrolera, puesto 17 con 17.
El Once Caldas con calendario completo suma 18 y le restan únicamente 2 salidas, ante Pasto en el estadio Libertad, cerrando en Palogrande en un duelo que podría sentenciar la pérdida de categoría del Tuluá.
Pésima campaña, cifras en rojo, eliminación anticipada, rendimiento del 33%, 4 victorias en 18 jornadas, 2 goles y un solo triunfo en las últimas 8 presentaciones, y el precipicio de la B a escasos metros.
Frente a Huila era el primero de 3 partidos clave del Once Caldas versus rivales directos en la lucha por el promedio -que castiga con el descenso- y fue como si no estuvieran enterados, más de lo mismo, fútbol sin alma.
Un gol al minuto 30, y chao, con un equipo que no tira al arco, intrascendente, incapaz de reaccionar, sin identidad, que está convertido en un hospital, y que con mínimas posibilidades de cambio obliga a la reflexión.
Balance general que sacaría al entrenador en cualquier lugar del planeta, pues al fin y al cabo es una actividad medida por resultados, y fracasar no condiciona la capacidad de una persona. Muchos se han ido por menos, y luego han tenido revancha.
Maturana no es el único culpable, sí el gran responsable. Al Once Caldas le falta la cohesión que dibuja la labor de los técnicos, y no ha podido, bien sea por materia prima o tiempo, lo que da un arqueo dolorosamente negativo.
Los plazos se agotan, puede tener Pacho la sana intención de resucitar este muerto, pero las acciones no lo avalan, su propuesta no cala, los niveles individuales son bajos, y lo más grave, ha minado credibilidad y confianza.
La disyuntiva no da opciones, es Once Caldas y nada más. Me duele en lo personal por lo que representa la figura admirada de Francisco Maturana, pero por encima está el club que no puede correr más riesgos y es necesario salvarlo.
Insisto en que es hora de cambio, y el técnico debe aceptar con grandeza que esto no funciona, y que difícilmente va a mejorar. Si así fuera, ya habría por lo menos un estilo de juego que disimulara la incapacidad del plantel.
Por su salud Pacho, por la del Once Caldas, por su hinchada, y sin resentimientos, un paso al costado. Desconocemos sus necesidades, pero sus principios, sus logros y su imagen son innegociables, y no tiene sentido feriarlos.
Las soluciones habrá que esbozarlas desde otros ángulos, y no se trata simplemente de armar de nuevo un cuadro competitivo, es recuperar la gloria de un onceno histórico en el continente, y que nos duele con el corazón.
Luego hablaremos de los jugadores, en su mayoría sin vergüenza, amarrados a buenos contratos y sin compromiso ni pasión, pues el único pecado del Once Caldas es que les paga al día y los trata con cariño. Muy pocos deberían continuar.
P.D. Por su calidad y profesionalismo, justo y merecido el llamado de José Fernando Cuadrado a la selección Colombia. Olímpicamente había sido ignorado, y ahora se le abre una puerta que lo pondrá en los umbrales del campeonato mundial de Rusia 2018.
Hasta la próxima...
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