Mario César Otálvaro

LA PATRIA | Bogotá

Basta con armar la titular base del Once Caldas actual para entender el poco tiempo de trabajo que tiene y el escaso engranaje entre líneas, siendo perentorio buscar el ritmo y acelerar las sesiones de entrenamiento si se quiere un nivel competitivo.

Este sábado rivalizaba con Medellín, y estas opiniones fueron escritas luego de la ‘inmerecida victoria sobre el Cali’ según algunos doctos, quienes por televisión no hicieron más que remachar que el Once Caldas debió haber perdido por goleada.

Hasta donde sabemos, la función de los arqueros es evitar que les marquen y Cuadrado estuvo inmenso -cada vez más sólido a pesar de las ventajas que da su defensa- y gústenos o no, gana el equipo que anota más goles.

Que el proyecto está biche y urge de paciencia, tolerancia y repeticiones es tan evidente como que fue floja la presentación en Palmaseca, lo que no resta importancia a los puntos ni al valor del triunfo a domicilio frente a uno de los grandes de la liga.

Siempre se ha dicho que construir ganando es lo ideal, y aquí apenas se están levantando los cimientos con un decorado distinto al del primer semestre, con un técnico que ofrece ciertas garantías, y unos refuerzos que ilusionan.

En las 3 primeras formaciones abriendo el torneo -sin contar la de Medellín anoche- se utilizaron 20 jugadores, y solo Cuadrado, ‘alcatraz’, Acosta, Henao, Cañaveral y López fueron inicialistas, lo que indica que se está edificando sobre la marcha.

Los atacantes llegaron tarde, a Alvarez y Farías hay que sintonizarlos para que confluyan y no sean excluyentes, dejando ambos sensaciones afines a sus antecedentes, mientras que en forma, Johan Arango es el diferente y aporta soluciones.

En la derrota ante Tigres se jugó con un solo atacante y un esquema cerrado descifrado por el rival; frente a Patriotas se empató sin deslucir ni brillar, y contra el Cali fueron 20 minutos con señales de cambio que se diluyeron, pero se venció.

El tren ofensivo cuenta ahora con hombres de gol como los citados; de manejo, gambeta y pase como Ortega, Soto y López, y de velocidad como Zapata, quienes dependerán de sus respuestas individuales y del aprovechamiento del cuerpo técnico.

Pero hay un problema que se volvió sistemático con los volantes de marca. Creo que desde que se fueron Diego Arias y Álex Mejía -y han pasado varios calendarios- el Once Caldas no tiene recuperación, y esa falencia enreda a los de atrás y descompone el sistema.

Volvió Harrison en lo mismo -mucha sombra, cero quite- Cañaveral denota en cada movimiento su falta de ritmo, Marimón y Rojano se han ido quedando en promesas, Guillermo nunca ha rendido, y Córdoba transmite más ganas que efectividad.

Es lo disponible, y habrá que optimizar recursos para resolver una dificultad que sin duda compromete el circuito de juego, añadiendo la opción de Acosta, quien como lateral no llena y digamos que cumplió en esa zona cuando fue exigido.

Davinson Monsalve llegó sin condición física y ya demostró que es más que los otros zagueros y que puede potencializar al ‘pelao’ Nazarit tratando de encontrar una pareja que rente seguridad y avale confiabilidad para Cuadrado.

Es decir, el operativo en defensa apenas se está estructurando dentro de los principios de Pacho y su filosofía, inspirados siempre en el orden, el control y la posesión de pelota, asuntos en los que este Once Caldas todavía está crudo.

P.D. Dicen que por los gustos se venden los calambombos, y que la belleza es subjetiva, tanto que hay una afirmación en el sentido de que ‘todo es según el color del cristal con que se mire’, pero cada vez me parece más feo el uniforme negro alterno que viste el Once Caldas.

Hasta la próxima...

macotal@yahoo.com