Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
El Palogrande hermoso, como se ven los estadios llenos, al fondo la torre del Cable bellamente iluminada, gases de colores esparcidos por el aire, emoción contenida, ilusión al vuelo, fe intacta, corazón a mil, y ese nudo en la garganta.
Como en los albores de este siglo cuando el fútbol fiesta vivía en Manizales y los jugadores lucían sus mejores trajes para el espectáculo, y el campo de fútbol sagrado, inexpugnable, se hacía respetar porque era parte del catálogo.
Así lució el escenario previo al duelo entre los únicos campeones de copa, con miles de seguidores verdes con cánticos respondidos por los muchachos de holocausto, y un marco pocas veces visto en las épocas recientes del Once Caldas.
Fiesta malograda porque una vez más el rival se llevó los puntos por la timidez del cuadro de casa que como es costumbre se fundió con el gol en contra, sin reacción, dejándose estar, y denotando desconfianza, incapacidad e impotencia.
De nada valieron 20 minutos de vértigo, incluido un balón en el palo, ni el buen trabajo del argentino López, ni la combatividad de Soto, ni el aporte de "Alcatraz" volcado en función ofensiva, porque el Once Caldas no tiene gol.
Al calor de ese electrizante comienzo el público aplaudió las ‘bobadas’ de Zapata, bicicletas y taquitos a 40 metros del arco, y nulo en los mano a mano estrellándola contra Armani cuando era ponerla al otro palo, o tirándola arriba.
Otra frustración ante un Nacional que con mínimo esfuerzo y absoluta categoría dejó al Once Caldas en su plata, ratificando las fragilidades de nómina e incrementando los interrogantes en el banco, y al borde de una eliminación garantizada.
Sé que pasó hace 8 días, pero pudo ser ayer, y lo comento porque es la historia de siempre, un equipo sin agresividad, lento, poco confiable, sin síntomas de mejoría, y lo más grave, que no da gusto verlo jugar porque no propone.
Coincide con los 5 años de Kenworth como propietaria, y contrario a lo que muchos piensan, valoro ese respaldo estructural, agradezco que lo salvaran de la quiebra, e insisto en la necesidad de motivar a sus inversores.
El problema han sido las decisiones, el desconocimiento del negocio, la inoperancia de la Junta, la presencia de personajes inescrupulosos alrededor de la institución, y la falta de visión y acierto para armar un plantel competitivo.
Mucho por corregir, pero creo que solo ellos lograrán sacarlo adelante porque ni van a vender, ni hay quien les compre, reconociendo que este semestre les sobró voluntad, invirtieron, y cambiaron de actitud frente a la ciudad y su gente.
Hoy más que nunca se requiere del apoyo de todos, la situación es más complicada de lo que se cree, hay serias amenazas en contra, y optimizar producto y rendimiento será determinante para un halagador futuro.
Los dueños no ven rendimiento, hay demasiados gastos y eso reduce presupuesto e inyección monetaria, y de un plan ambicioso y económico dependerá lo que es fundamental, un buen equipo, que ha sido la falencia durante el lustro.
Pero hay que obrar en lo deportivo, pensar en la competencia, sin esos intereses particulares que manejan algunos al interior del club, y con gente capaz, porque a veces da la sensación de que hay mucho confort, y cero ideas y trabajo.
Bajo estas circunstancias y con el año perdido ya deben tener la proyección del Once Caldas modelo 2018, y para el efecto se supone que han hecho seguimiento a los posibles refuerzos, a bajo costo, negociables. Es lo ideal, que lo tengan, lo dudo.
Hasta la próxima…
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