Mario César Otálvaro

LA PATRIA | Manizales

Armar un equipo competitivamente superior, ganar protagonismo en la liga, recuperar la fe del hincha, restablecer las relaciones con el mercado objetivo y estabilizar el proyecto deportivo son las tareas inaplazables que tiene el Once Caldas.

El paso preliminar fue seguro y contundente, la presencia de Francisco Maturana engalana el banco, garantiza y brinda solidez y aplomo a cualquier iniciativa, y la verdad es que difícilmente otro nombre podría concitar tamaño interés.

Golpe de autoridad -o de opinión- que invita a creer, resultando conmovedor el revuelo que causó el regreso del hombre que marcó la historia de nuestro fútbol, el de la palabra bonita, y con impronta imborrable para quienes la vivimos.

Ese Once Caldas del 86 expresó la mejor manera de disfrutar este deporte desde sus raíces, fueron esencia y gracia juntas en la misma exposición, fue poesía, y le correspondió a este plaza que otrora solo tenía sensibilidad para lo artístico.

Pacho fue el orfebre convencido de que era su filosofía, tanto que ese sello inconfundible lo repitió en Nacional campeón de Copa Libertadores, y en la selección Colombia de los noventas que maravilló al mundo y se extasió con la pelota.

Sin duda un lujo tenerlo al frente del plantel, que no implica dividendos inmediatos porque hay mucho por construir, desde una idea de juego y un orden institucional, hasta la consolidación de la organización poniendo todos los recursos en idéntica dirección.

Loable entonces ese primer empeño que reafirma compromiso de los accionistas con el Club, un tanto extraño considerando actuaciones anteriores, y precipitado seguramente por la influencia de gente del fútbol como Juan Carlos De La Cuesta y Gastón Pezzuti.

Cambio de mentalidad que emociona y contagia, que produce un inusitado hálito de esperanza, y que si además incluye retractaciones y disculpas hará mucho más compacta esa unión de fuerzas que supone la cuota inicial en procura del éxito.

El editorial de este diario con relación al tema Maturana planteó "la exigencia de una nómina que responda a ese líder, con estilo definido, espíritu ganador, claridad en los esquemas, y con determinación de ser campeones".

Recordando que invertir ofrece retorno económico, insistiendo en que a mayor inyección mejores resultados, instando al público para que acompañe, rodeé al técnico y llene las graderías para sustentar un esfuerzo que definitivamente hay que valorar.

Un giro significativo que requiere de tiempo, paciencia y algo de tolerancia porque no existe el tal superequipo que algunos montaron con su sartal de especulaciones, y los nuevos hasta ahora obedecen simplemente a una lógica intención de cambio.

Son otras caras, no superestrellas, y el proceso apenas arranca con alentadores síntomas al contar con Pineda y Castrillón abiertos y asesorados como debe ser, con un entrenador que se juega su prestigio, y una sed de revancha que ilusiona.

Hace rato que el Once Caldas no se paraba primero en la fila, y ha sido noticia mundial. De entrada se logró la meta, agitar el mercado, ahora viene lo complicado, engranar, optimizar la materia prima y recomponer un camino afectado por múltiples factores.

Sobre los refuerzos, más pasado que presente en Johnny González y Faber Cañaveral confiando que retomen el nivel de Envigado, los extranjeros siempre serán un tiro al aire, no llena el retorno de Pérez ni Henao, pero lo importante es hacer equipo.

A mitad de año es difícil la contratación, esperando que este impulso orquestado desde lo alto y en manos de Pacho ofrezca ese bálsamo para el aficionado y la ciudad, y el Once Caldas vuelva por esos lugares que nunca debió abandonar un campeón de América.

Hasta la próxima...