Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
El Once Caldas se alejó del descenso y se metió a cuartos, y ese de por sí fue el principal logro del semestre para un equipo armado sin pretensiones, bien dirigido por Hubert Bodhert.
Realidad -no conformismo- de un plantel corto, por corregir, que necesitará refuerzos para varias posiciones, y que debe pensar en grande porque está en una plaza que responde.
Comparativamente con el número de habitantes, Manizales fue la ciudad con mayor número de asistentes a fútbol, siendo el Palogrande el quinto escenario en el consolidado general.
O sea que por resultados, por respaldo de una hinchada que recobró el interés y el afecto, y por otros hechos puntuales, la campaña tuvo picos altos que invitan a seguir creciendo.
El técnico Bodhert uno de ellos, por ascendencia, trabajo, responsabilidad y carisma, porque plasmó una idea de juego, la planteó ofensivamente, y avanzó sin herramientas suficientes.
Montó un esquema con tres volantes en segunda línea -productivo del medio hacia arriba- y con ese módulo ganó partidos y puso en aprietos a rivales fuertes como Santa fe y Nacional.
Los ocho goles de Farías, los cuatro de Ray, los cuatro de Yesús y los cuatro de Sinisterra son bondades en ataque, en un Once Caldas ineficaz en las épocas de Lisi y Maturana.
Las 30 unidades en reclasificación lo ponen en carrera hacia un evento internacional, aparte de la clasificación entre los 16 mejores de la Copa Águila que también brinda esa opción.
La continuidad a Sinisterra, y la oportunidad para Palma y Carbonero, les abrieron espacio en la sub-20 de Colombia, y ahí vienen Guzmán, Carreazo, Lemus y otros.
Brillante José Fernando Cuadrado, convertido en figura por la cantidad de balones que sacó pese a las flaquezas de su defensa, encontrando cupo en la selección nacional.
Estas, razones positivas de un campeonato en el que se celebró el paso a la segunda ronda, premio mayor habida cuenta de los aspectos insalvables dentro de lo negativo.
Como la nómina -corta, deficiente, exigua y discreta- con laterales que no rindieron, sin mediocampistas de quite, y con centrales que cometieron demasiados errores.
Sin autoridad en el campo porque costó tener la pelota, al punto de que la posesión fue casi siempre de los rivales, con el agravante de que se perdía muy fácil cuando se recuperaba.
Con irregularidad en zonas clave, ocho volantes de marca -Henao, Marimón, Restrepo, Rojano, Cañaveral, López, Sierra y Guzmán- nunca garantizaron un funcionamiento confiable.
Debilidades reflejadas en la tercera escuadra más goleada (29) de la liga, contrario a los 27 que marcó en 21 partidos, clara evidencia de ausencia de equilibrio.
Finalmente, el paupérrimo nivel en los partidos determinantes -Alianza (4-1) y Tolima (3-0)- dejando ver un equipo sin jerarquía, con más ganas que virtudes, y que es necesario remozar.
No será fácil ese proceso de reestructuración pero hay que intentarlo conservando una base, sobre nombres puestos por el técnico, y con 4 o 5 refuerzos que marquen diferencia.
La salida de quienes vencieron contrato -Cañaveral, Harrison, López y Marimón- apenas lógica, pendientes del futuro de Yesus, de la permanencia de Cuadrado, y el esfuerzo que se haga por Farías.
Candidatos a llegar, Jorge Aguirre (Junior), Sebastián Gómez (Leones), Jow Cardona (Cali), Carlos Ramírez y Andrés Felipe Correa (Huila), César Carrillo (Millos) y Nicolás Palacios (Patriotas).
Con Maturana y su cuerpo técnico el año pasado, y con los 10 jugadores contratados para este torneo, los dueños invirtieron, ahora hay muchos más motivos para hacerlo.
Hasta la próxima…
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