De por sí escandalizan los resultados, pero mucho más el mutismo, la dejadez y la falta de acción en torno al Once Caldas, cuyo cuadro crítico obliga a decisiones radicales duélanle a quien le duela, y caigan sobre quien sea.
1 punto de los últimos 15 -advertidos de los riesgos a futuro- no da espera. 1 empate y 4 derrotas suponen la salida del cuerpo técnico en cualquier campeonato del mundo, bien por determinación propia, o por licenciamiento.
Lo segundo se antoja imposible por la indemnización que afectaría enormemente las finanzas del club a sabiendas de que se requieren recursos para recomponer la plantilla, quedando como única salida la renuncia del orientador.
Carta que no parece estar en la baraja de Francisco Maturana, convencido quizá de que puede dar vuelta, cuando está claro de que por más que quiera, no tiene ambiente con su grupo, ni con la prensa ni con la hinchada.
Increíble lo que está sucediendo, un técnico atornillado al puesto, los jugadores como si nada, los asesores son fantasmas, de la junta directiva ni un comunicado, y los dueños ausentes como si la empresa marchara a tope.
Los números son vergonzosos, la campaña no podía ser peor -pierde con todos incluidos equipos con los que el año entrante pugnará en esa lucha indecorosa por evitar el descenso- y la ubicación en las tablas es una afrenta.
Las ruedas de prensa al final de cada partido son lo mismo siempre, frases bonitas, explicaciones no pedidas, agradecimiento a quienes reconocen la historia, y cero autocrítica bajo el argumento de que se está creciendo.
Llega el lunes, y todo igual, en un estado de inercia lamentable más allá de la críticas y cuestionamientos de los medios locales, y las protestas de algunos insaciables en la redes,
que tampoco es que haga mucho efecto.
Mientras tanto, ese desolador panorama que enferma a solo 4 puntos del último en el descenso para la próxima liga, eliminado por anticipado y cerca de ser colero, completando 5 años de incompetencia deportiva.
Nos tocamos o nos vamos a la B, el caso Pacho deben resolverlo ya Pineda y Castrillón, y a partir de ahí generar un nuevo plan -cargado de astucia y revolución- y ojalá en manos de personas con pasión por el Once Caldas.
No más empresarios de fútbol en las oficinas viendo como sacan provecho personal a costa de la institución, no más dirigentes que solo atienden órdenes, y no más jugadores de medio pelo, sin responsabilidad ni profesionalismo.
No más Johan Arango como símbolo con ese despreciable respeto por su profesión, y no más tantas cosas que hacen daño. Sé que son medidas que competen a los propietarios pero que alguien les haga caer en la cuenta.
En Pereira sucedió, se quedaron mirando, lo vieron caer, y llevan un lustro intentando regresar. El Magdalena es solo pasado, Cúcuta y Quindío no existen, ese es un cementerio, y el Once Caldas tiene tiempo para salvarse.
Dependerá de los accionistas, ya mostraron en junio que tienen voluntad de cambio -se puede insistir- como única vía para parar esta mala racha, y que sería excelente a través del respaldo de gremios y ciudadanía en general.
Como un grito lastimero, pero ya estamos hasta el cuello de ver al Once Caldas como uno más teniendo semejante espalda estructural. Es cuestión de enderezar, apoyar, ponerle corazón y arroparlo con todo.
Hasta la próxima..
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