Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Recuperar el interés del hincha, motivar su regreso al estadio y restablecer el prestigio del Club, fueron también hechos positivos de la temporada para el Once Caldas.
Tanto como volver un fortín el Palogrande, estar siempre arriba en la tabla, o plantear esquemas ofensivos, en ocasiones mal vistos por aquellos dedicados a cuidar el puesto.
El acierto en la escogencia del entrenador y el respaldo directivo al proyecto, más los resultados por encima de la meta, dejaron el punto alto al cerrar en cuartos.
Se pasó el año, se llegó hasta donde alcanzó la nómina, se tuvo un rival fácil al frente que no se superó por las ausencias físicas -y de rendimiento- y la labor se dio por cumplida.
¡Lección aprendida! para triunfar es necesario invertir, no bastan ganas y esfuerzo, y está claro que para competir con éxito se requiere de una nómina amplia en volumen y calidad.
Un plantel con jerarquía dispuesto a los grandes desafíos, que no fue el caso, pues el Once Caldas aflojó en las instancias decisivas cuando peleó algo.
Sucedió en ambos semestres, en el primero por insuficiencia técnica cediendo ante el Tolima campeón, lo que veladamente provocó la destitución de 14 futbolistas al concluir torneo. Ese mismo número de jugadores había salido en la transición Maturana-Bodhert, lo que confirma fallas de conformación, lugar común desde el arribo de Kenworth como espónsor.
Antes porque la asesoría fue pésima, luego por la injerencia de algunos personajes con empresarios amigos, y en otras por los temores a invertir dados los repetidos fracasos. Digamos que son derechos de piso, y errores correspondientes a esas etapas de crecimiento como institución en las que es difícil hallar los factores de equilibrio.
Para el segundo campeonato -con un grupo apto demasiado corto- fue eliminado por Rionegro pagando tributo a las lesiones, un ‘bajonazo’ inoportuno y la falta de recambio. Puntales -Kevin y Lemos- se fueron en momento clave, juveniles muy biches respondieron a medias, y los cracks se vinieron a menos ¡el tridentes se fundió!
Total, y con cierto dejo de resignación, el Once Caldas no tuvo para más, logró los objetivos primarios ¡era la tarea! y emocionó más de la cuenta porque no se armó para títulos. Aún así jugó final de Copa Águila -que fue punto de quiebre- pues al empeñarse en buscarla sacrificó en parte la liga, desgastó sus unidades, y se quedó sin reactivo.
A diferencia de campañas anteriores ya no saldrán 14, serán menos, se sostendrá una base, y lo mejor, los refuerzos serán recomendados por el propio Bodhert. Un técnico transparente, que acertó con 7 de los 8 que trajo, y con independencia, otro de esos valores que se han ido perdiendo tras los intereses mezquinos del negocio.
Entiendo que ese grado de confianza lo ha transmitido a sus jefes, hoy mucho más abiertos, comprometidos y conscientes del reto que se avecina con torneo internacional. La lista seguramente la encabezarán Ray, Amaya, Sierra, Córdoba e Hinestroza, siendo menester revisar la continuidad de algunos otros veteranos, cuyo producido es discutido.
La intención de vincular 8 unidades, reforzando todas las líneas -particularmente la ofensiva que fue la más sufrida- es un aviso que alienta el diagnóstico, que es de autos conocido.
El ‘fútbol es de los futbolistas’ es dicho común en la actividad, y por más que haya buenos designios, sin materia prima es imposible, las individualidades hacen la nota.
Con la ventaja de que habrá continuidad en el banco, no se parte de ceros, la idea de juego está desarrollada, la estructura es fuerte, y el trabajo confiable. ¡Buenos vientos!
Hasta la próxima...
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