Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Este sábado era Santa Fe, con más problemas que el Once Caldas, en un calendario y una opción que se aprieta, pero que sigue vigente, y que por naturaleza propia le plantea mayores exigencias al equipo de Bodhert.
Hay derrotas que duelen, y particularmente van dos, contra Rionegro pese a comenzar ganando, y ante Tolima que quería el empate y se llevó tres puntos impensados en partido bajo la lluvia con una cantidad de detalles feos.
Nadie escapa a las condiciones climáticas, es imposible determinar el tiempo, que no quiere decir ausencia de medidas preventivas, ya que producto del aguacero en Palogrande se vivió un espectáculo de tercera, propiciado por un árbitro inexperto.
Una señal del juez en el sentido de que finalizaba el juego -desvirtuada por Dimayor que obligó a la disputa de los minutos restantes- creó caos y confusión, hizo que el público se retirara, y en ese lapso marcó Tolima el de la victoria.
Los mismos encargados del estadio quedaron paralizados, cuando amainó el aguacero tres operarios empezaron a chuzar tímidamente la cancha, y luego los de logística -sin que sea su tarea- intentaron evacuar el agua.
Lo simpático fue que lo realizaron con unas vallas comerciales -absolutamente inapropiadas- hasta que el silbato arropado por una lentitud descarada, le dio por reanudar tras una hora y 35 minutos de tediosa espera.
Luego vino el gol de Carlos Robles -dirían los argentinos la ley del ex, tan frecuente cuando del Once Caldas se trata- en otra presentación preocupante por las malas entregas, la no posesión y algunas respuestas individuales.
Una vez más desencantó Luna, Yesus perdido, Sinisterra inoperante, Farías intrascendente en su función de pivote, sin remates al arco completando cinco jornadas sin convertir, y los errores defensivos de siempre.
Cuadrado sacó cinco opciones claras del Tolima entre los minutos 15 y 40 del primer tiempo erigiéndose de nuevo como el candado, y en esta ocasión los juveniles que dieron la mano ante Leones, pasaron inadvertidos.
Anoche en Bogotá un duelo clave en la intención de permanecer dentro de los ocho, pero más allá del resultado, un programa de partidos -los que restan- que permite mantener la ilusión de sellar positivamente un semestre diferente.
Haciéndose perentorio diseñar desde ahora un plan especifico para la renovación del plantel de cara al segundo campeonato, habida cuenta de que faltan piezas y sobre la loable labor que viene cumpliendo Bodhert.
Porque más que lamentar un resultado son muchas las cosas por valorar en una campaña marcada por la irregularidad de los jugadores, las verdades de una plantilla corta, y el restablecimiento de un orden que había desaparecido.
Coronar con una clasificación sería la consolidación de un trabajo serio, aplicado y responsable por parte del cuerpo técnico, tanto como la invitación a los dueños para que inviertan atendiendo las debilidades.
Las últimas asistencias al Palogrande, independiente de los horarios, han sido interesantes, y la realidad es que con nombres otros miles llegarán atraídos, y el Once Caldas volverá a ser el grande de antes, sin los peros acostumbrados.
Hasta la próxima…
Twitter: @macotal
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Haciéndose perentorio diseñar desde ahora un plan especifico para la renovación del plantel de cara al segundo campeonato, habida cuenta de que faltan piezas y sobre la loable labor que viene cumpliendo Bodhert.
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