Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Entiendo el afán por los resultados, la presión fuerte que generan las malas campañas consecutivas y el desespero por una recuperación pronta, pero sumarse a la crisis no hace más que ahondar las dificultades y aumentar el escepticismo.
En vez de plantear soluciones, muchos se han vuelto parte del problema y han convertido al Once Caldas en el caballito de batalla para desahogar sus malquerencias, al punto de que nada sirve, y muy poco les gusta.
Primero fue con Flabio Torres, un técnico pragmático -con conocimientos y manejo- vilipendiado por prácticas quizá non-santas lamentablemente habituales en este oficio, y quien salió en medio de críticas que superaron lo deportivo.
Después los argentinos, Javier Torrente por locuaz y temperamental, y Hernán Lisi por desubicado y conformista, ambos con una ingenuidad que no parecían del sur, pues los directivos hicieron con ellos lo que quisieron, y como quisieron.
Sin decir que hayan sido la octava maravilla, igual nunca tuvieron las herramientas, ni exigieron, y se fueron sin dejar recordación, y lo más grave, comprometiendo al Once Caldas en el descenso por sus discretas campañas.
Luego llegó Pacho Maturana, una opción inmejorable como hijo adoptivo de esta plaza, con brillante palmarés, y cuya sola figura provocó un revolcón aplaudido en el país, golpe de opinión que volcó todas las miradas hacia Manizales.
Había que dotarlo de recursos, pero no presionó lo suficiente y es uno de sus pecados, tanto como el de los asesores que tardaron demasiado en anunciar los fichajes faltándoles además 2 o 3 nombres para posiciones que pedían refuerzo.
Desatinado -por ejemplo- traer 2 centros delanteros mientras se hace notoria la ausencia de un central por izquierda y de volantes de marca, talón de Aquiles que de resolverse aliviará el panorama porque es factor clave del desequilibrio existente.
Sobre Pacho se dijo en los medios -en la actualidad sin grandes líderes de opinión- que no estaba desactualizado, que por el contrario su labor en la FIFA lo hacía más universal, y que su llegada era lo ideal, discurso que han variado con facilidad.
Hoy, para quienes eso afirmaban, lo de Maturana es insulso, no ha evolucionado, el Once Caldas tiene la peor versión de los últimos tiempos -lo escuché a nivel nacional- y casi que piden la renuncia del entrenador.
Al fin qué ¿blanco o negro? Cada quien observa las cosas como quiere, pero tenaz ir solo al vaivén de las cifras. No es el Once Caldas al que se aspiraba, pero hay plantel y técnico más competitivos que los anteriores, y es cuestión de construir.
A recomponer entonces, Ortega que se meta en el cuento, al argentino López que ponga más, los volantes de primera línea hay que cambiarlos, no funcionan, Harrison no rinde, los laterales están comprometidos, y optimizar materia prima es obligatorio.
Todos están llamados a ponerse al frente, no es el Once Caldas el peor equipo de la liga y tiene con qué pelear ingreso a los 8, responsabilidad que deben asumir desde el interior, sin excusas ni engaños porque cada uno sabe del compromiso.
Y no se trata de encubrir, es buscar alternativas que hagan visible un proyecto bien intencionado que no despega, a cambio de menos palo porque perder no beneficia a nadie, el fracaso duele, y de continuar así lo vamos a sufrir con lágrimas.
P.D. A Mateo Cardona, un jugador en ciernes con un pasado corto que advertía una buena
proyección, Lisi no lo volteaba a mirar y Maturana ni siquiera lo lleva al banco. Que
alguien justifique su presencia dentro de la nómina de 24 inscritos. Yo le creo.
Hasta la próxima...
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