‘Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna’ cantaba San Francisco de Asís, considerado por algunos el patrono de la ecología, a quien el papa Francisco toma como referente en su hermosa encíclica ‘Laudato Si’ (2015) para referirse al cuidado de lo débil y la necesidad de una ecología integral que requiere apertura hacia categorías que van más allá de las matemáticas y la biología, para conectarse con la esencia del ser humano. Un llamado urgente para que, independiente de nuestro credo religioso, nos unamos como familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, que requiere un nuevo diálogo sobre la forma como estamos construyendo el futuro del mundo; una conversación que nos una a todos en una solidaridad universal, para colaborar, desde la cultura, el conocimiento y las capacidades de cada uno, en el cuidado de la creación.
Estamos llenos de celebraciones y eventos relacionados con la ecología y el cuidado del medio ambiente: Días internacionales y mundiales de: La educación ambiental, la reducción de emisiones de CO2, los bosques, el agua, la tierra, el sol, la diversidad ecológica, el medio ambiente, las aves, los pueblos indígenas y la conservación del suelo, para mencionar algunos, ya que la lista es larga; cada mes hay 4 o 5 celebraciones relacionadas con temas ambientales. Me pregunto si, cuando pensamos en ecología y medio ambiente, tenemos conciencia que los seres humanos somos uno de esos seres vivos, vulnerables y frágiles, necesitados de protección. Cuando San Francisco hablaba del hermano sol, la hermana luna y la madre tierra, estaba diciendo que, hay algo esencial que nos une con los seres que nos rodean y tal vez, deberíamos entender que cuidarlos a ellos es cuidarnos nosotros, no porque se acaben recursos esenciales para la vida humana, como el agua o el aire, sino porque todos somos vida y, como dice el papa Francisco, estamos conectados; el cuidado del medio ambiente empieza y tiene su raíz en el respeto, el amor sincero y el compromiso constante con los problemas de la sociedad.
Entender el tema del medio ambiente como una ecología humana integral no es cuidar los recursos naturales como algo que está a nuestro servicio; es reconocer que todos somos parte de este ecosistema natural, cuya vida depende de nuestra capacidad para establecer relaciones sanas con nosotros y con todos los seres alrededor. Una relación sana no depende del otro, empieza por mí y la capacidad que tengo de reconocer mi fragilidad y la necesidad de estar en relación con ese otro que, como decía San Francisco, es mi hermano, que también merece respeto y necesita protección. Parece simple, pero no es fácil y creo que estamos lejos de entender lo que quiere decir; esta ecología humana habla del respeto y valoración de las diferencias, de honestidad y responsabilidad en nuestras decisiones y acciones, de sentirnos iguales en medio de las diferencias, de reconocer lo que no estamos haciendo bien para cambiar el rumbo, de una solidaridad universal que implica renuncias y desapegos.
Quiero finalizar con algunas preguntas que hacen parte de esta inquietud que hoy me acompaña ¿Será que el individualismo y el afán de tener resultados económicos rápidos no nos permiten reconocer la importancia y la necesidad de trabajar juntos para construir soluciones colaborativas que contemplen diferentes miradas? ¿Cómo estoy contribuyendo con mis decisiones y actuaciones personales a un mayor deterioro o mejoramiento del entorno natural y sobre todo del cuidado de la vida? ¿Cómo despertar de la indiferencia a tantas personas que creen que sus pequeñas acciones son irrelevantes? ¿Cómo se relacionan las creencias y la espiritualidad con el interés y compromiso con el cuidado de nuestros hermanos, incluida la tierra y toda la biodiversidad? ¿Cuáles son los temas que necesitamos incorporar en los procesos de formación, especialmente de los niños, para fortalecer una conciencia ecológica integral que incluya las relaciones entre personas? ¿Será posible cambiar estas dinámicas complejas solo desde una perspectiva científica y económica o será que necesitamos tocar otras fibras del ser humano que contribuyan a una mayor sensibilidad por el cuidado de nuestra casa común?
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