Probablemente conocemos la expresión ‘Cada pueblo o país tiene el gobierno que se merece’ atribuida a Churchill, Maquiavelo, Lincoln y otros, que pertenece realmente al filósofo italiano Joseph de Maistre, fuerte opositor de la revolución francesa; André Malraux diría posteriormente ‘no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen’; también el político José Martí hizo una sentencia similar en La Habana ‘pueblo que soporta un tirano, lo merece’ ¿Será que algún pueblo se merece la tiranía, opresión, abuso de autoridad, violencia y corrupción que viven hoy tantas sociedades? No creo que sea cuestión de merecimiento, diría que, elegir de manera correcta requiere una dosis importante de conciencia y conocimiento, tanto sobre quiénes son los candidatos y sus programas, como sobre el impacto y consecuencias que éstos tendrán frente a los retos de un desarrollo sustentable. Para elegir y tener buenos gobernantes y líderes, que puedan enfrentar adecuadamente los retos de hoy, necesitamos revisar cuál es el país y el planeta que queremos construir y dejar a los que vienen detrás; nuestras decisiones y actuaciones tienen consecuencias y es importante que lo hagamos con total compromiso y responsabilidad.
Tal vez Malraux tiene razón cuando dice que los gobernantes se parecen a sus electores o por lo menos, son un reflejo de nuestra indiferencia, desconocimiento y dificultad para generar acuerdos y compromiso colectivo con el futuro ¿Qué quiere decir liderazgo y cuál es el tipo de líderes que necesitamos para enfrentar la complejidad del entorno actual? No puede ser que sigamos confundiendo caudillismo y populismo con liderazgo, que la arrogancia y abuso del poder sean una forma válida de gobernar, que la honestidad se haya convertido en un espécimen raro y que, la desconfianza y la polarización hagan parte de la agenda diaria. No se trata de eliminar las dificultades y la complejidad que son parte de la riqueza de la sociedad, pero sí necesitamos avanzar en un ejercicio pedagógico que, como ciudadanos, nos permita hacer elecciones más responsables que contribuyan a construir una sociedad más incluyente y solidaria.
El escritor y conferencista Patrick Lencioni, reconocido por sus publicaciones sobre gestión gerencial y construcción de equipos dice que la cualidad principal para tener éxito en la vida, es ser un buen jugador de equipo; esto requiere una combinación de humildad, hambre y empatía. Las personas humildes entienden que no son el centro del universo y definen el éxito como algo colectivo; las personas con hambre siempre están explorando y buscando nuevas posibilidades de manera saludable, sin querer quedarse con todo; las personas empáticas se apoyan en su buen juicio e intuición para construir relaciones valorando el impacto de sus decisiones y acciones en los demás. La mezcla es importante, cuando se tiene una sola de estas virtudes podríamos estar ante una persona obediente, devoradora o seductora; si se tienen dos podríamos estar ante una persona conflictiva, intrigante o ‘un vago adorable’ ¿Cuántos Trump, Santos, Uribe, Maduro, por mencionar algunos, pasarían el examen?
Seguramente algunos candidatos, dirigentes y ciudadanos aprobarían y otros no; el punto es que, si queremos vivir en una sociedad diferente, si realmente pensamos que ‘nos merecemos’ un país en paz, con más transparencia, seguridad y equidad, vamos a tener que hacer un alto en el camino para revisar ¿Qué hemos hecho y estamos haciendo cada uno de nosotros para que las cosas sean diferentes? La responsabilidad no es de unos cuantos, la corrupción tiene al menos dos caras, la del que propone y la del que acepta, por no hablar del que observa y calla; la desigualdad tiene dos posiciones, los que están bien y cada vez quieren más y los que no tienen nada y cada vez tienen menos; la violencia tiene muchas caras, la del agresor y la de la víctima, así como la de todo un sistema social que parece estar organizado sobre la ‘ley del más fuerte’ ¿Qué tal si, en cambio de seguir en esta pelea absurda, entre buenos y malos, sabios e ignorantes, poderosos y vulnerables, buscáramos construir puentes que nos permitan avanzar en una misma dirección ‘un futuro mejor para todos’?
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