El pasado 26 de marzo, Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra, periodistas del diario “El Comercio” fueron secuestrados por disidencias de las Farc al mando de alias “Guacho” en Esmeraldas, zona fronteriza con Colombia. 17 días después, Noticias RCN recibió algunas imágenes que predecían la muerte de los tres individuos y al día siguiente, se confirmó que efectivamente el hecho había sucedido. No obstante, el 15 de abril, el presidente Juan Manuel Santos anunció que los cuerpos estaban en territorio colombiano y que por lo tanto, “tiene uno que suponer que fueron asesinados en Colombia”, según él. Dicho lo anterior, es evidente que ambos países están impactados e indignados con la noticia, pero sobre todo, el periodismo se encuentra de luto.
Este acontecimiento nos deja varias lecciones. La primera se basa en el buen manejo de la información por parte de RCN y Claudia Gurisatti, a quienes tanto critican. A pesar de que tenían la exclusiva del año, prefirieron no publicarla hasta que las imágenes fueran verificadas por los gobiernos de ambos países. Esto demuestra profesionalismo, ética y respeto por las víctimas. Considero, además, que este tipo de medios están adoptando una mirada más objetiva frente a lo que realmente está sucediendo con el tema de la paz.
La segunda lección tiene que ver con la situación actual del país. En los últimos meses se han presentado diferentes casos, incluyendo éste, que nos permiten afirmar el fiasco que ha sido el tal acuerdo de paz. Los miles de hombres en las disidencias asesinando y cuidando cultivos de coca, el hecho de que uno de los cabecillas que firmó el documento continúe traficando droga y el cuestionamiento sobre el manejo de los recursos para la paz evidencia la falta de contundencia con la que ha actuado el Gobierno colombiano. Mi pregunta es, ¿ésta es la paz estable y duradera que le prometieron al país?
Por otra parte, encuentro importante mencionar la insistencia de Santos en destacar que alias “Guacho” es ecuatoriano. Señor presidente, este hombre ha sido criminal de las Farc, ha delinquido con ellas, estuvo en Zona Veredal y ahora está al mando de una de las disidencias. Todo esto quiere decir que “Guacho” es responsabilidad del Estado colombiano y que se deben tomar medidas frente al asunto.
Para cerrar, pienso que la única salida está en votar a conciencia el próximo 27 de mayo. Colombia necesita un presidente que logre recuperar la seguridad, la justicia, y que además, actúe con firmeza frente a los criminales. Así que salga y ejerza su derecho al voto, porque si no es ahora, ¿hasta cuándo?
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