Noelia tenía nueve años, vivía con su familia en una vereda en Aguadas - Caldas. Una mañana Ariel, su papá, salió a trabajar jornaleando en el campo y no volvió. Andreina, la mamá de Noelia, lo esperó unos días, cuando la comida finalmente se acabó, empacó lo básico y se fue con Noelia y sus cinco hermanos a la casa de la abuela en Salamina - Caldas. Recibir a siete personas en una casa pequeña y con bajos ingresos era un reto enorme. Andreina no podía dejar al cuidado de la abuela a los seis hijos para ir a buscar trabajo, no tenían ni un peso, lo último lo habían gastado en el trasteo de Aguadas a Salamina.
Andreina encontró un trabajo para Noelia, de nueve años, quien fue vivir a una casa de una familia del pueblo, conformada por Héctor, comerciante, Fernanda, enfermera, y sus hijos de siete y cinco años. Se levantaba a las cinco de la mañana, hacía el desayuno, bañaba los niños, los mandaba a la escuela; cuando todos se iban, arreglaba la casa, preparaba el almuerzo, limpiaba los platos y la cocina, recibía a los más pequeños, hacía la comida, volvía a lavar y, finalmente, a las nueve podía irse a dormir. Entre sus labores también estaba acurrucarse con los niños en su cama, en las noches, cuando estos tuvieran pesadillas y se sintieran solos.
Durante cuatro años, Noelia vivió con esa familia, trabajando con esa rutina de domingo a domingo, sin salir a la calle, ni dejarse ver de los vecinos porque no había forma de explicar su presencia ahí. Cada catorce días, Andreina visitaba la ferretería de don Héctor y cobraba por los servicios de la niña. Noelia no recibía un solo peso, fue esclava a los nueve años, con el beneplácito de su madre. Como es difícil guardar este tipo de secretos, alguna vecina supo de la situación y le ofreció mejores condiciones de esclavitud: la paga la recibiría ella, podría terminar la primaria y visitar a los suyos una vez cada quince días.
Paradójicamente, Noelia encontró la libertad en el matrimonio, tenía 16 años. Se casó con Albeiro, recogedor de café, tuvieron dos hijas. Hacia Andreina guarda un especial sentimiento de agradecimiento porque, según ella, le enseñó lo más importante: a trabajar. Noelia ha destinado todos sus esfuerzos a que sus hijas estudien, "a que sean alguien en la vida." Lady, la mayor, se graduó con excelentes calificaciones en el colegio de la vereda, quería trabajar en el campo, a pesar de que Noelia y Albeiro le decían que la vida del campesino es muy dura. Nadie quiso darle un trabajo porque a los empleados de las fincas no les gusta que los patrones lleven mujeres: no cargan el mismo peso, no hacen las zanjas y los huecos tan rápido como ellos, ni son tan fuertes para el trabajo con los animales. También para evitar problemas sentimentales. Lady entró al Sena a estudiar una tecnología en gestión agropecuaria ecológica, en el primer semestre quedó en embarazo y ahora vive en el pueblo con el papá de la bebé. Noelia espera que cuando su nieta entre al jardín Lady pueda retomar su formación.
Julieth, la menor, tiene hoy la edad que tenía Noelia cuando empezó a trabajar, va a la escuela rural, donde estudia con ocho niños más: dos en prescolar, dos en primero, dos en tercero y tres en cuarto; todos en un salón y con la misma profesora. Hace doce días no tienen clases, pero eso es común en la vereda, la profesora no va los lunes porque debe aprender inglés y es normal que falte los miércoles o los viernes porque tienen reuniones en el pueblo. Aunque le avisaron que esta semana no habrá clases para Julieth, Noelia está contenta, esta vez, con el paro. Por culpa del invierno se fue la carretera que comunica la casa de Noelia con la escuela de Julieth y “no han traído las máquinas del Gobierno porque la carretera es privada. Entonces, el paro me conviene porque la niña no se atrasa tanto en el estudio y no tengo que mandarla a la escuela por ese derrumbe tan miedoso, aquí le enseño yo" dice Noelia.
Al final, la posibilidad de acortar la brecha entre ricos y pobres, hombres y mujeres, habitantes del campo y la ciudad... queda reducida, mayoritariamente, a heroicos esfuerzos privados.
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