Terminaron con éxito y buena afluencia de público la Feria del Libro y el Festival de Teatro de Manizales, con excelentes programas, estos eventos dieron la posibilidad a los caldenses de explorar, a través de las artes (la belleza), aspectos sobre la verdad y la bondad. Dicen ahora algunos intelectuales y otros teólogos que esta triada: verdad, belleza y bondad, son las virtudes cardinales modernas. Lo complicado no es su escogencia, aunque siempre habrá quienes tengan una opinión contraria, sobre todo con la verdad. Lo difícil es, entonces, llenarlas de contenido. Es ahí donde el arte, como medio y fin, acerca de manera estética hacia ciertos aspectos éticos.
Poniendo esto en contexto, durante el Festival de Teatro se presentó la obra del teatro Petra Yo no estoy loca escrita por Fabio Rubiano y Marcela Valencia, quien también la actúa. El título es bastante diciente sobre lo que puede encontrar el público al enfrentarse a esta puesta en escena. El prospecto la presenta como “la historia (las historias) de una mujer que se sale de lo tradicional en una sociedad donde lo tradicional es dejar pasar, callarse, soportar.” Esto evoca a la experiencia de ver a Laura García en Diatriba de amor contra un hombre sentado de Gabriel García Márquez. Así pues, el espectador espera una obra que reivindica las inequidades y desigualdades que sufren las mujeres y las dificultades que se afrontan cuando se intentan superarlas. Lo que resulta una sorpresa es el tonito, pues no es una diatriba, es una sátira que pone al público a reír cuando está en la sala y a pensar cuando deja el teatro.
El centro de la obra es una crítica ética desde la bondad, porque explora situaciones de discriminación a las que nos vemos sometidas las mujeres en distintas circunstancias familiares y sociales, en las cuales, cuando decidimos alzar la voz, reclamar nuestros derechos, tomar decisiones contrarias a la sociablemente aceptada se nos señala de locas, histéricas, gritonas, raritas o de usar un tonito molesto e inadecuado. Con relación a la bondad, la obra también tiene un pecado, que a su vez es un elemento que pone a resonar la conciencia, en la parte final, se hace una burla innecesaria y grosera hacia las personas con discapacidad cognitiva.
Desde esta pieza de teatro también se pueden abordar la verdad y la belleza. Ahora que está de moda el relativismo con relación a la verdades reveladas ¿o no? ¡Con tantos nuevos cultos avenidos, liderados por avivatos! Con la anterior ilustración, la primera afirmación sobre la verdad puede ser fácilmente refutada o confirmada. Es decir, es complejo hablar sobre la verdad. Pero hay quienes plantean que ésta debe entenderse como la precisión alcanzada por la ciencia, por las artes, por los oficios, la cual siempre debe estar en revisión. En este sentido, la obra está muy bien escrita, es altamente exigente para la actriz y la ejecución de la misma, por Marcela Valencia, es fenomenal. La belleza, en cambio, se expresa en la forma como resuenan dentro del público las distintas artes. Yo no estoy loca puede generar múltiples sentimientos en los espectadores, lo que es claro es que no los deja sin inquietarse.
Hay entonces algo más complejo y profundo en las actividades culturales que se desarrollan en la ciudad, algo más que espectáculos para entretener a los educados y pudientes, estas son también espacios para reflexionar sobre la ética, que es pública, desde la estética.
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