En la anterior columna (http://www.lapatria.com/opinion/columnas/maria-carolina-giraldo/cual-amenaza-castrochavista-i) expresé que los ciudadanos somos proclives a escoger ideas sobre lo público orientados por sentimientos antes que por argumentos y, que por lo tanto, los políticos son hábiles creadores de miedos, enemigos y peligros que les permitan presentarse como los portadores de las soluciones. La amenaza castrochavista encaja en esa forma hacer política, porque las posibilidades de que ésta se consolide en Colombia son muy bajas. En el anterior texto di algunos argumentos a favor de esta tesis: la cultura política del país es muy conservadora para inclinarse, mayoritariamente, por una opción de izquierda y como esta tendencia se ve reflejada en el poco número de votantes que han alcanzado las representantes de ideas progresistas en las elecciones anteriores y la favorabilidad que muestran en las encuestas actuales.
Entre los argumentos a favor de una plausible amenaza castrochavista hay también quienes afirman que las disidencias de las Farc pueden presionar en armas para buscar votos para los partidos de izquierda, evidentemente esto puede pasar, pero en zonas rurales y municipios pequeños donde la población votante no es mayoritaria ni definitoria para lograr llegar a la presidencia. Otros dicen que los dineros del narcotráfico del nuevo partido de las Farc servirán para comprar votos, se le olvida que ese ejercicio pueden realizarlo en las zonas de su influencia que son de baja densidad poblacional. Asimismo, tampoco se tiene en cuenta que en el mercado de la compra de votos están compitiendo con la maquinaria aceitada que tienen los políticos tradicionales desde hace décadas y con el desprestigio de su nuevo partido.
Hay otros que temen que el castrochavismo se cuele por los huecos pequeños, es decir, que saben que es improbable que algún miembro representativo de la izquierda se quede con la presidencia, pero sí creen que pueden modificar el modelo con pequeñas reformas desde un ministerio. En este sentido, vale la pena señalar que el manejo de la economía en Colombia es bastante técnico y está en algo blindado de los intríngulis de la política tradicional, que para provocar la modificación del modelo capitalista a uno socialista se necesita muchísimo más que uno o varios ministros y senadores y representantes de izquierda.
Para algunos analistas el desprecio por la política tradicional que se vive en el país puede traer como consecuencia la aparición de un actor poco convencional, un líder carismático de corte caudillista, como pasó con el fenómeno de Hugo Chávez. Teniendo en cuenta la cultura colombiana sobre lo público, para que este nuevo líder, que para las elecciones de 2018 no apareció, logre tener la aceptación popular que ese tipo de figuras demandan, tendría que manifestar una inclinación hacia la derecha, porque el espectro de la izquierda y el progresismo en Colombia cuentan con un fuerte rechazo popular.
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