En Manizales, en la carrera 24 entre calles 47 y 48 caminan cogidas de gancho dos señoras, una con su pelo blanco y la otra más joven y ágil, dan la impresión de ser madre e hija, de repente, la mayor se suelta del brazo de la otra, la coge de la mano y se apura para cambiar de andén. La más joven, la sujeta contra su cuerpo y haciendo algo de fuerza la incorpora, nuevamente, en la posición anterior. Mientras eso ocurre, por la misma y angosta acera transita un habitante de la calle, la que al parecer es la hija toma por la cintura a la otra mujer que roza leventemente el costal del mendigo y posteriormente pasa ella. Cuando el señor se encontraba a una distancia prudencial de las mujeres, la más joven recrimina a la mayor: “Mamá, es solo un habitante de la calle, si fuera un ladrón no viviría en esas condiciones, es más peligroso cambiar de andén de esa manera repentina y sin mirar”.
En septiembre del año pasado, la Real Academia Española incorporó al diccionario el neologismo aporofobia con la siguiente definición: “Fobia a las personas pobres o desfavorecidas.” En diciembre, fue escogido como la palabra de 2017 por la Fundación del Español Urgente. El término lo acuñó la filósofa Adela Cortina después de observar que la actitud abierta y amplia de los españoles hacia turistas extranjeros, aún hacia aquellos pertenecientes a grupos sociales o culturas bastante distintas, no es comparable con el sentimiento expresado hacia los migrantes africanos, americanos y árabes, incluso hacia los pueblos romaníes.
En una conferencia dictada por Franz Werfel en 1939, durante su exilio en Francia éste resaltaba que: “Hay quien lo soporta mejor, y quien lo pasa peor, según sus haberes. (…) Todo el que padece el exilio, incluso el hombre de prestigio, el que es famoso e incluso rico, se da cuenta de que ha perdido de pronto su peso específico y de que ha dejado de ser un viajero distinguido para convertirse en extranjero tolerable; de que se le recibe de un modo totalmente distinto al de antes, cuanto todavía tenía patria, de que poco a poco va transformándose en un fantasma sospechoso, semejante a un apestado, del que se apartan con precaución la pletóricas personas que lo rodean.”
Aunque para garantizar el buen trato de los viajeros, permanentes o transitorios, resulte mejor respaldo una patria democrática que un patrimonio sólido, nuestras propias historias locales, donde somos tan parecidos que son recurrentes los rafaeles Jaramillo Jaramillo y las marías Uribe Uribe, estamos llenos de ejemplos de segregación hacia los pobres o desfavorecidos. El Norte y el Sur, los conjuntos cerrados, las visitas domiciliarias en los procesos de selección para un puesto de trabajo, los sistemas de medicina prepagada, el acceso a los servicios financieros … La falta de una educación universal y gratuita de alta calidad es, quizás, la expresión más dolorosa de aporofobia en Colombia, donde existe un sistema de buena calidad educativa para aquellos que pueden pagarla, los que no, deben recurrir a los servicios del Estado que no se encuentran a la altura en primaria y secundaria, porque no se prestan pensando en la dignidad, la igualdad y la inclusión, sino como un instrumento de poder donde gobernantes y sindicalistas negocian sus intereses personales.
Hay algo muy valioso en nombrar, de manera específica, este miedo a los pobres, así como promulgarlo como el término del año, porque hacer evidente que este temor genera mecanismos de exclusión y discriminación que se fundamentan en aspectos distintos al género, la religión, el origen étnico o la orientación sexual.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015