Steven tiene 16 años, Yefrys, su hermano, 13. Les gusta salir a montar en cicla con sus primos: Marco Antonio de 14 y Edison de 12. Viven en Arauca, corregimiento de Palestina (Caldas) y el plan que más disfrutan es ir por la vía hacia Viterbo (Caldas) "pa' ver hasta dónde llegan." Como el reto es ir cada vez más lejos, llevan un lazo con el que Steven se agarra de un tractocamión o de un camión; prefieren a estos últimos porque van más rápido. Cuando lo logra, se pegan en cadena Marco Antonio, Yefrys y, por último, Edison. Se han caído varias veces y también se han golpeado fuerte, aun así, lo que más los emociona es cuando se rompe la cuerda. Han tenido suerte en estos percances, porque cuando han ocurrido, los carros que vienen detrás siempre han podido frenar a tiempo. Además, no usan casco ni coderas, tampoco rodilleras. En Manizales y en la Autopista del Café es común ver a niños como ellos montando en bicicleta, bajando por estas lomas a altas velocidades, sin casco, por la mitad de la vía e incluso por el carril izquierdo, en algunos casos dos pasajeros por cicla. Subiendo se los ve agarrados de camiones, tractocamiones y busetas, de los pies, de las manos, de lazos y, en algunos casos, pegados los unos a los otros de las formas más increíbles. El año pasado tres niños murieron en sus bicicletas por estas prácticas, en 2017 uno.
Como si fueran pocos los retos que plantea la política pública sobre infancia y adolescencia en Caldas: cuidar a los niños de las drogas, el alcoholismo, el proxenetismo y el maltrato; ahora también hay que incluir el tema del ciclismo temerario en las acciones públicas. Esta situación es compleja porque en la adolescencia es común que se exprese una característica de la personalidad en la que se presenta la incapacidad de reconocer o identificar los impactos de objetos y acontecimientos que generan peligro o riesgo. Distintas investigaciones sobre la conducta en jóvenes ha determinado que aunque estos pueden establecer el riesgo como una persona adulta, tiene una tendencia a subestimar las consecuencias de las acciones temerarias que realizan.
Adicionalmente, en estos casos, no solo se pone en riesgo la vida y la integridad de los niños que van en bicicleta. Los conductores de camiones, tractocamiones y busetas se ven especialmente afectados, pero también los demás conductores de motos y carros. ¿Quién puede volver a dormir tranquilo después de sufrir un accidente con un niño? Por eso es fundamental reforzar la prudencia cuando se conduce un vehículo y uno se encuentra con un grupo de jóvenes en estas circunstancias.
Los domingos es común encontrar policías en la Avenida Alberto Mendoza haciendo controles y reteniendo a los niños y las bicicletas a la altura del Batallón, Expoferias y antes de llegar al Bosque Popular el Prado. Aprovechar estos espacios para hacer concientización y trabajo social con ellos y sus familias podría ayudar en algo. Organizar charlas y material promocional con deportistas extremos profesionales como Marcelo y Rafael Gutiérrez, Steven Ceballos y Valentina Villegas, entre otros, podría ser una forma atractiva de comunicar una estrategia de seguridad. También se podría estudiar la posibilidad de construir una pista para realizar correctamente el deporte; así como ofrecer algunas vías cerradas, tipo ciclovía, donde pueda llevarse a cabo esta práctica con menos riesgos y teniendo un control efectivo sobre el uso de las medidas de seguridad. Aun así, el control de esta situación no es fácil y recae, en gran medida, en aquellos que tenemos la capacidad de determinar el riesgo que esta actividad implica para actuar con prudencia.
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