La injusta administración de justicia; gobiernos que crean falsas ilusiones con propuestas y programas que no van a cumplir, demagogia que le quita legitimidad a las instituciones del Estado; un clientelismo grosero que reparte a pedazos el presupuesto y los cargos públicos entre las tres ramas de poder; y el reconocimiento que hace el 90% de los empresarios de que se ofrecen sobornos para obtener contratos, sobre los cuales se paga una comisión o “coima” del 17%, motivaron a once millones setecientos mil colombianos a votar la consulta anticorrupción y a decir masivamente “Basta ya”.
Sin aspavientos, sin mentiras, sin agravios y de manera pacífica, once millones setecientos mil colombianos expresamos enojo por la corrupción de algunos empresarios privados y otros funcionarios públicos, que cual alianza público-privada, se roban el 22% del presupuesto nacional, o mejor dicho, cincuenta billones de pesos cada año. (Cifra de la Contraloría General de la República).
Esta masiva y colectiva acción ciudadana se dio a pesar de que numerosos empresarios no se comprometieron en la financiación de la campaña a favor de esta consulta, como sí lo hacen en las campañas para presidente y congresistas. A pesar también, de que el partido de gobierno, el Centro Democrático, en cabeza de su presidente, quien deshonrando su palabra, al final se opuso a la consulta; y muy a pesar también de que los partidos políticos tradicionales y sus dirigentes, ni la financiaron ni la impulsaron entre sus huestes, salvo por algunas esporádicas y tibias declaraciones públicas.
El presidente Iván Duque, firme con el resultado, convocó a los promotores de la consulta, a los presidentes de la Cámara y del Senado y a los presidentes de los partidos y sus voceros, para analizar juntos lo que viene y “enfrentar a los corruptos con toda determinación”. En esta convocatoria no se incluyó al sector privado, actor de primera línea en esta tarea. El Congreso ha frenado ocho veces esta iniciativa; es de esperar que a la novena sea la vencida y que al comprometer con la solución a los empresarios se inicie una masiva campaña en escuelas, colegios y universidades que coadyuve a rescatar la ética pública para esta y las próximas generaciones.
Esta enorme manifestación y este sentimiento popular, son un mandato político ciudadano y una orden directa al presidente y a los congresistas para que se tomen las decisiones y las medidas necesarias contra este flagelo. De no ser así, el resultado de esta primera consulta popular nacional se convertirá en levadura de la libre, democrática y no violenta desobediencia civil.
En la Colombia actual deben surgir nuevos liderazgos, que al mejor estilo de vida de Thoreau, Tolstoi, Gandhi, Mandela y Martin Luther King, canalicen esta poderosa fuerza ciudadana hacia la construcción del Estado de Bienestar que requiere toda la sociedad colombiana.
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