La corrupción pública y privada como inspiración para políticos y poderosos; partidos políticos sin ideales ni propuestas que hagan soñar a los ciudadanos con un Estado de Bienestar; algunos medios de comunicación que no informan y que toman abierta y soterradamente partido por el candidato que garantice el dominio de sus dueños; iglesias que convirtieron la política en una vía para aumentar su poder y su riqueza material; un estado de crisis, no una crisis de Estado. Todo lo anterior convierte el próximo debate electoral en una oportunidad.
El pensador franco alemán Stéphane Hessel, funcionario de Naciones Unidas que formó parte del equipo redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y fue embajador de Francia ante ese organismo, escribió ¡Indignaos!, del cual se publicaron dos millones de ejemplares. Hessel, inspirador de protestas populares y de movimientos sociales como “Democracia Real YA!”, en carta introductoria a su libro ¡Comprometeos! dice:
“La gravedad de la situación ecológica, las desigualdades cada vez más profundas, el egoísmo de los poderosos, la dictadura de los mercados, la violación de valores fundamentales y tantos otros peligros a los que nos vemos enfrentados nos imponen a un tiempo reflexionar, comprender y actuar en consecuencia.”
“Saber decir no. Denunciar. Protestar. Resistir. Indignarnos. Desobedecer, en ocasiones, frente a lo que nos parece no legítimo y cercena las libertades y los derechos fundamentales.”
“Saber decir sí. Actuar. Militar. Tomar parte en la “insurrección pacífica” que nos permita dar respuesta a un mundo que no nos conviene.”
“En una palabra: comprometerse.”
El mensaje de Hessel está vigente, es una denuncia inspiradora y su propuesta una aventura que vale la pena vivir. Participar en la elección de congresistas en abril y de presidente y vicepresidente en mayo próximos, es el primer paso.
Debemos exigir propuestas concretas que den salida a la crisis de Estado en que se encuentra Colombia. Debemos revisar el antecedente de los candidatos. El debate no puede seguir atendiendo únicamente el interés de las élites; debe incluir el interés de toda la sociedad para la construcción de un Estado de Bienestar. No más enunciados generales y propuestas retóricas que se repiten campaña tras campaña sin producir el cambio que se necesita.
Indignarse por lo que está pasando y comprometerse a participar en las próximas elecciones debe ser el propósito común de todos los colombianos de bien. Los jóvenes, en su mayoría abstencionistas, deben actuar y tomar la delantera liderando esta aventura de largo alcance, que compromete el presente y su futuro. El 2022 está más cerca de lo pensado.
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