Como soñar no cuesta nada y en esta época preelectoral empiezan los cotilleos sobre quién nos irá a gobernar en el siguiente cuatrienio, me voy a aventurar a imaginar qué pasaría si el genio de la lámpara me concediera elegir los atributos de quien llegue a la Alcaldía de Manizales.
Elegiría a alguien que conozca a fondo la ciudad. Alguien sensible y vital, que tenga el don de escuchar y que tuviera la humildad para asesorarse de expertos en aquellos temas que fueran ajenos a su formación. Que se concentrara en aprovechar todo el conocimiento acumulado por las anteriores administraciones sin pensar que hay que cambiar todo, pues “si lo hicieron otros no sirve”. ¿Cuánto dinero se ahorraría el erario público en este país si cada gobernante no empezara de cero, sin denigrar del anterior dignatario?
Más aún, ¿cuánto tiempo se desperdicia en el viraje de timón de cada nuevo periodo de gobierno?
Me gustaría que llegara alguien que prometiera poco, pero que lo hiciera con la convicción y el conocimiento de que aquello por lo que fue elegido es necesario, financiable y realizable. Quisiera además que fortaleciera el maravilloso tejido social construido con denuedo por varios colectivos ciudadanos, que han apuntado a construir una visión compartida de esta ciudad amable, que se desarrolla de manera sostenible, haciendo énfasis en la educación, la cultura, la innovación y el emprendimiento. Que considerara que la academia, el sector empresarial y el Estado deben estar sincronizados.
Una persona con la apertura suficiente para entender que en esta ciudad cabemos todos y que una sociedad moderna es aquella capaz de respetar a cada ciudadano desde la diferencia.
Considero indispensable que quien llegue tuviera experiencia en lo público. No me preocuparía si tuviera trayectoria política, pues entendería la dinámica del poder, siempre y cuando lo ejerciera de una manera ética, responsable y supiera ganarse la confianza de todos. Una persona que fuera capaz de dejar atrás las rencillas propias de las campañas electorales y lograra gobernar para todos, aún para sus no votantes.
Y como el genio no me puso restricciones, pediría que fuera mujer.
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