Hace varios días LA PATRIA publicó a grandes titulares que Chinchiná se siente relegada de Caldas.
Esta noticia parece que pasó desapercibida para las gentes de Manizales y del resto de Caldas. Seguramente les pareció algo insignificante y solo mereció un vistazo pasando la página con la pereza del lector desocupado.
Esta alerta es igual a las mismas que emitieron los ciudadanos de Pereira en su momento, cuando empezaron a protestar contra los desdenes de Manizales. En Pereira estos desaires dieron lugar a que sus protestas crecieran como espuma, hasta que decidieron independizarse llevándose consigo lo mejor del departamento. Los prohombres del Manizales de ese entonces, incluyendo al suscrito, invitaron a un grupo igual de representantes de Pereira para que en un lugar equitativo se encontrara alguna fórmula que detuviera esta desgraciada situación.
Pero todo fue inútil, los líderes de la ciudad vecina, venían con una decisión muy firme y definitiva. Hubo momentos difíciles con la ironía de alguno de los representantes de Manizales.
Esta escisión fue aprobada por la Asamblea de Caldas y por una ley del Congreso. Así nació el departamento de Risaralda con su capital Pereira, la cual sin los amarres y ligaduras con Manizales partió rauda hacia un progreso formidable.
Chinchiná no tendrá la fuerza para otra efeméride como la descrita, pero es un centro cafetero importante muy cercano a Manizales, que merece toda la atención del departamento y su gobernador. Si se deja a su deriva, puede hacer carrera como lo que dice con ansias el señor Óscar Gallego, presidente del Concejo municipal de ingresar a Chinchiná al Área Metropolitana Centro Occidente del departamento de Risaralda. Pereira la recibiría con gran abrazo.
Las ciudades y pueblos de Colombia, en general, son coherentes entre sí con su capital y su gobierno. Como lo son también los departamentos y demás divisiones conformando una unidad nacional, con fuerza y patriotismo. Las únicas disidencias territoriales recientes se han producido en nuestros lares, con algunos resentimientos.
Tener el honor de ser capital de un departamento implica responsabilidades de orden público y de vocería en pro de los municipios que apadrina. Sus gentes tienen que tener motivos para sentirse orgullosos de sus jefaturas.
Un ejemplo de admirar y de imitar es Antioquia, el que más abarca municipios en Colombia y que ha logrado englobar con ellos una unidad casi racial, cuyos integrantes se hacen distinguir en cualquier parte del mundo, con orgullo y emoción.
Amar su tierra nativa entendida como una unidad significa crear un conglomerado humano indestructible, incluyendo a todos los que tengan un mismo origen, para trabajar por ella creando riqueza y un ambiente que produzca tranquilidad y felicidad.
Se necesitan líderes que tienen que salir de sus entrañas y que imaginen un futuro para el desarrollo empresarial y cultural. Para conseguir ese mundo de tranquilidad e independencia que todos añoran.
Caldas con su capital Manizales tiene mucho de esas condiciones, logrando quizás lo más importante como es la cultura ya distinguida y apreciada nacionalmente. El hecho de tener en su entorno ese número de universidades, la hacen famosa como una gran ciudad universitaria con reconocimientos internacionales. Con razón la universidad es sinónimo de cultura y sabiduría desde los tiempos de la Atenas su generadora.
En Manizales el desarrollo cultural ha dejado bien atrás los otros segmentos de la sociedad, y eso no es bueno. El sector industrial, por ejemplo, no ha avanzado desde los años luminosos 1950 al 70, cuando Manizales dio un salto empresarial y financiero impresionante. Sin capital y solo la fuerza anímica de la sociedad de entonces, Manizales y Caldas atrajeron empresas de diferente orden, conquistadas por la seriedad y apertura de las autoridades políticas y sociales de ese entonces.
Los intérpretes de la ciudad de esos años 1950 - 1970 dejaron bases de gran importancia que asegurarían, sin mayor dificultad, el desarrollo de la ciudad y el departamento. De ahí en adelante, solamente queda sin rastros la desaparición de las entidades financieras instituidas para lograr estos fines.
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