Los empresarios tienen que asumir la responsabilidad ética con los recursos públicos, es la sentencia del procurador General de la Nación, Fernando Carrillo, quien señala que el cuidado de lo público no depende solamente de la calidad del Estado, sino de la fortaleza ética del sector privado.
Y no se trata de normatividad, el contralor General de la Nación, Edgardo Maya, sostiene que lo que requiere el país no es una ley nueva contra la corrupción, sino un cambio profundo de actitud. Metamorfosis no solamente de funcionarios públicos, sino también del sector privado.
En la teoría de la lucha contra la corrupción hay dos pilares fundamentales: que se puedan tratar penalmente a los peces gordos corruptos, como manera de impactar a la opinión pública y señalar que nadie se pueda considerar por fuera del vigor de la norma. La ley es para todos. Pero el peso de la ley debe tocarle el bolsillo a los corruptos. Y en esto es claro que cuando se termina todo con una sanción de cárcel de un par de años nada se gana, pues el pillo deja el producido de la corrupción guardado o en cabeza de testaferros. Y es allí donde hay que llegar. Ya el Fiscal General de la Nación lo había señalado en foro público: hay que tocarle el bolsillo a los corruptos. Y para ello comentaba que estaba reorganizando la Fiscalía para darle un soporte técnico en materia de contabilidad, economía y finanzas para hacer el seguimiento del producto de la corrupción.
El mensaje de los entes de control es claro: si el sector privado no ayuda será difícil salir del lodo de la corrupción en que nos encontramos atascados. Pero si no colabora, allá llegarán a tocarles sus utilidades sucias. “Les tocaremos el bolsillo”, afirman.
Una de las herramientas que ayudan al seguimiento de los recursos públicos es la exigencia de manejarlas bancariamente de una manera completa durante todo su recorrido. En algunos países se ha intentado esta fórmula y las evaluaciones dan algunas conclusiones interesantes. En Colombia, una de las maneras como se esfuma el trazo de la corrupción es a través del efectivo. Todo lo que se pueda hacer para controlar las transacciones en efectivo permitirán mayor transparencia.
A la lucha contra la corrupción hay que incorporarle una mayor participación ciudadana. Una ciudadanía que colabore no solo en la vigilancia, sino en la denuncia de situaciones sospechosas, podrá impactar fuertemente en la cultura. La tolerancia de buena parte de la sociedad sobre los corruptos y la corrupción, hay que erradicarla y ello será difícil en un país tan complaciente como el nuestro. Pero la tarea es de todos. Por ello, magnífica la iniciativa de “Transparencia e Integridad” que fue firmada por el señor Procurador con un número muy significativo de gremios de la producción. Es una toma de conciencia colectiva que ayuda a la generación de esa nueva cultura que defenderá los recursos públicos.
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