Desde el Antiguo Testamento los huérfanos, las viudas y los extranjeros, como población vulnerable, forman un grupo objetivo de la solidaridad. Los huérfanos y las viudas constituyen así una especie de categoría; porque si no fueran acogidos por otros sencillamente se morían o estaban expuestos a graves peligros. En efecto, si no se les brindaba una mano solidaria que los acoja, tienen una probabilidad alta de sencillamente morir. Con el tiempo la costumbre de acoger a estas personas se convirtió en una verdadera expresión de solidaridad querida por Dios en el pueblo de Israel. Pues bien, eso fue lo que hicieron en el colegio San Luis Gonzaga en la reciente emergencia de la ciudad. 
El colegio San Luis dio una cátedra ciudadana de solidaridad con motivo de la emergencia que vivió Manizales en días pasados. Abrió su coliseo como albergue transitorio por tres días. Pero lo más importante no fue prestar unas instalaciones, sino la dinámica de solidaridad que ello generó en la comunidad educativa: tanto alumnos, padres de familia, profesores, colaboradores se pusieron al servicio del más necesitados. 
El papa Francisco, desde el inicio de su pontificado, ha exhortado a abrir las moradas para acoger a los que se encuentran sin techo ni hogar. En reiteradas oportunidades el papa ha pedido a los europeos abrir sus corazones para acoger a los refugiados y migrantes. Él mismo en el Vaticano tiene viviendo a ciertas familias de refugiados. Efectivamente, acoger los necesitados es profundamente evangélico y humano. 
El colegio San Luis así lo demostró, con las 262 personas que acogió. Y san Francisco (el santo de la naturaleza) debió estar muy feliz, porque se acogieron también a 15 mascotas de estas familias. ¡Es la vida la que se busca preservar!
Un gran reconocimiento al colegio San Luis, a su comunidad educativa, que demostró que forma personas Compasivas, Comprometidas, Conscientes y Competentes. Bien lo señala el padre Rector, Álvaro Vélez, forman Personas para los demás y con los demás.