Recordar para no repetir. Mantener la memoria fresca evita que volvamos a caer en los mismos errores. Es la fuerza la conciencia de la historia. El libro “Historia mínima de Colombia” del académico Jorge Orlando Melo es una oportunidad muy buena para que todos recordemos la historia del país y tomemos conciencia de las fuentes y raíces de muchas iniquidades e injusticias, de muchas violaciones a los derechos humanos, de muchas constantes en el devenir de nuestra patria y pueblo. Conocer la historia es una manera de prevenir que inercias estructurales nos sigan llevando por mismos abismos, precipicios y vericuetos.
Es un libro que, con detalles bien dicientes, análisis de puntos claves, ubicación de personajes fundamentales y siguiendo el orden cronológico nos lleva a revisitar la historia de Colombia. Pasando las páginas los lectores podemos ir sacando ciertas líneas transversales, constantes y comunes denominadores, que den síntesis interpretativas de lo que ha sido la historia de nuestro país, de nuestras gentes. Pero lo que es más importante donde podamos hacer la hermenéutica para asegurar un futuro más justo, más eficiente, más inclusivo y más humano.
Recordar la forma como fueron tratados los indígenas, los esclavos y los mismos criollos, debe sensibilizarnos por no dejar hacer exclusiones. Hoy podríamos pensar en otras categorías, los desempleados, los que no tienen acceso a la educación, los que tienen sexualidad diversa, los habitantes de ciertos territorios… en fin, muchas situaciones que generan exclusiones.
Por otro lado, hay diversos pasajes donde la productividad, la competitividad, la eficiencia económica ha sido puesta en jaque o en veremos. Las economías ilegales que siempre han existido nos muestran un país donde el imperio de la legalidad nunca se ha logrado consolidar. La presencia perturbadora del contrabando. La concentración de la riqueza. La manipulación por ciertos sectores de las normas y leyes.
La fragilidad del Estado como constante en muchos momentos de la historia y aún la ausencia del Estado en muchos territorios del país. La consolidación del Estado como una tarea pendiente y por hacer queda palmaria en esta historia.
Repasar la historia del país sí que le haría bien a nuestra sociedad. Que las nuevas generaciones puedan situarse con una perspectiva en su tarea por hacer es capital para que la ciudadanía se viva con mayor intensidad, responsabilidad y pasión.
Igualmente, qué bueno que muchos de los líderes del país lo hicieran leyendo esta historia mínima. Puede ser un momento muy oportuno para realizar un verdadero examen sobre qué historia estamos hoy escribiendo, qué actores estamos beneficiando, qué tendencias estamos perpetuando inconscientemente o por simple ignorancia de nuestro pasado.
Recomiendo, pues, la lectura de esta obra de Melo, la Historia mínima de Colombia. ¡No la repitamos, escribamos una mejor versión en el pedazo que nos corresponde!
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