En los últimos años se ha renovado la obsesión por el crecimiento económico como una de las mejores vías para que el nivel de vida de la población aumente. Se considera que el crecimiento económico, que se puede medir por el sencillo crecimiento anual del producto interno, PIB, o de una manera más refinada como el incremento del ingreso per cápita, es decir, el valor promedio que le correspondería a cada persona en esa economía en particular. Pues, bien, el entendido es que con que se crezca a nivel del ingreso se logra un mayor desarrollo. Sin embargo, se han hecho análisis comparados de distintos países, que teniendo niveles de diferentes de ingresos, no siempre los ingresos altos implican igual comportamiento en el índice de progreso social.
El índice de progreso social mide la satisfacción de las necesidades básicas humanas (nutrición, agua, seguridad…), los fundamentos del bienestar social (educación, comunicación, salud…) y el nivel de oportunidades para mejorar la vida (derechos humanos, tolerancia, inclusión…). Con todas estas variables se busca tener un indicador que muestre el avance más integral de las sociedades. Y podríamos decir que más cercano para reflejar el bienestar de una comunidad.
En la comparación de los países por los dos indicadores, por una parte el de crecimiento económico y por otro del índice de progreso social, se ha visto que es posible lograr éste último sin necesidad que se tenga mucho crecimiento económico. Por ejemplo, Costa Rica tiene un nivel de ingreso per cápita inferior al de muchos países, pero en el índice de progreso social se encuentra muy por encima de ellos. Y el secreto está en la fórmula de lo que podríamos llamar no la política económica, sino algo que va más allá, que va a las opciones de raíces de una sociedad, la economía política.
Hay muchos avances sociales que se pueden hacer sin necesidad de más recursos económicos, sino reasignando, dando unas nuevas prioridades al gasto público, elevando la eficiencia del mismo, erradicando la corrupción. Pero también es gracias a un cambio de perspectiva en la forma de relacionarnos entre los ciudadanos, lo que pasa por la educación y la convivencia. Es de esta forma como lograremos dar saltos cualitativos que requiere el país. De lo contrario seguiremos presionando y presionando sobre la misma fórmula que ya se ha visto que no es la panacea, además crecer a altas tasas no siempre es lo posible.
En el próximo debate electoral deberíamos pasar de las discusiones personalistas y sobre opiniones tóxicas que nada le sirven al país, a que repensemos lo verdaderamente fundamental para el futuro: las grandes opciones que podríamos asumir como sociedad.
Para quienes quieran profundizar les recomiendo una presentación de esta charla de TED:
https://www.youtube.com/watch?v=o08ykAqLOxk
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