Cuando una democracia se desmorona, los populismos y la tiranía terminan por llegar. Pues bien, hemos sido pacientes y en cierta forma impotentes espectadores de la tragedia venezolana. Un analista de ese país afirma: “Es difícil pensar que esto vaya a durar mucho”, pero inmediatamente sentencia: “El gran peligro es que la ciudadanía se resigne o se llene de temor que la inmovilice”, haciendo referencia a la importancia que tiene la ciudadanía como motor de conducción de la historia de una nación. La represión oficial, el control cubano en sectores estratégicos como la producción de petróleo y el ejército están allí presentes, las excusas oficiales contra el imperialismo, todo ello, no pueden apagar la voluntad de una ciudadanía.
Y no se trata de un golpe al presidente Maduro, sino todo lo contrario, una defensa de la democracia venezolana que ha sido anulada por un régimen autoritario y populista, un régimen que tiene bajo el hambre a muchos hombres y mujeres, niños y niñas, desde hace meses. Un régimen que prefiere enviarles petróleo a sus aliados estratégicos para que no voten en contra de dicha nación en los organismos internacionales. Un régimen cuyos no pocos miembros están siendo acusados de negocios con narcotraficantes. Un régimen que acabó con la empresa privada. Un régimen que prohíbe los partidos políticos libres y encarcela a los líderes de la oposición. Un régimen que tiene la producción de petróleo por el 50% del histórico. Un país que está entregando la explotación del llamado arco minero de manera irregular. Fuera de ser un régimen antidemocrático es un régimen inepto. Por ello, el movimiento ciudadano lo único que debe, “Constitución en mano y en el nombre de la democracia, es salir a expresarse contra la tiranía”, como dice este analista venezolano.
Todos los indicadores son críticos, la caída del producto interno, la inflación debido a la financiación del estado por medio de emisión primaria de circulante, el aumento de la pobreza, los casi 4 millones de venezolanos que han salido del país y que están buscando mínimas oportunidades en muchos países de América Latina. Esta es una verdadera tragedia. Es mucho dolor propiciado por un régimen.
Los militares tienen una grave responsabilidad en este país, pues ellos han respaldado el régimen actual y gracias a ellos Maduro y su equipo no se han caído. En efecto, el Gobierno ha sabido cómo tenerlos a su favor: Los sueldos de los militares son de los pocos que han crecido más que la inflación; el gobierno norteamericano ha acusado a varios de ellos de ser cómplices de los narcotraficantes, varias visas han sido canceladas como manera de propinarles una sanción moral; ciertas autorizaciones oficiales para compra de divisas a tasa de cambio subsidiada, para la importación y aún licencias de explotación minera habrían sido utilizadas para aceitarlos y alinearlos con el régimen. Gracias a los militares Maduro no ha caído y se ha atornillado al poder. La responsabilidad moral y con historia de los militares es muy grande.
La comunidad internacional debe colaborar con los países que estamos recibiendo las migraciones de miles de venezolanos, por una parte, y por otra, debe seguir cerrándole el margen de posibilidades a un régimen que se quiere perpetuar sobre el dolor de tantos hombres y mujeres. Todo dependerá también de la capacidad de la ciudadanía de no resignarse a ser torturada por el régimen de Maduro.
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