Siempre se había dicho que lo más duro del proceso de paz no era la firma, sino su implementación. Y en eso estamos. Las zonas de concentración no se han organizado debidamente, la entrega de armas tiene mucha más tela que cortar que lo que inicialmente se pensó; pero lo que no estaba en el horizonte de los problemas graves, era el paso de los acuerdos por el Congreso. Y ahora estamos enfrentando una problemática nueva: cómo pasar los acuerdos por el legislativo con las restricciones que le ha puesto la Corte Constitucional al mecanismo del “fast track” (vía rápida) previsto inicialmente. Ya que esta decisión judicial les regresa a los congresistas buena parte de su iniciativa para reformar los acuerdos y para hacer su discusión artículo por artículo en su paso por el Congreso. Esta situación nos llama a preguntarnos sobre cómo construir entre todos ese nuevo país que queremos en paz. Y se convierte también en una invitación a una gran responsabilidad por parte del Congreso frente al proceso.
Actitudes irresponsables que han asumido algunos políticos, que siembran explosivos en la ruta de la paz con sus sofismas demagógicos e intereses ideológicos, torpedean cualquier adelanto en el proceso de paz. Y es ahora que la sociedad civil debe rodear muy bien al Congreso para que, de cara al país y con profunda responsabilidad histórica, le proporcione el trámite debido, en las nuevas circunstancias que ha determinado la Corte Constitucional. Es un momento para hacer una veeduría muy cuidadosa y específica de la participación de los congresistas, comenzando por que estén presentes en las sesiones y no haya problemas de quórum. Recordemos que el mecanismo excepcional del fast track podrá estar vigente hasta finales de noviembre. Y son varias las iniciativas legales que tendrán que pasar en ese tiempo.
Por otra parte, también es una oportunidad muy buena para lograr mayores consensos sobre las reformas para ese nuevo país. Y es una bella ocasión para que haya un mayor apoyo a la paz. Esto le daría al proceso una fortaleza importante.
Hay pues, que aprovechar esta difícil situación para la implementación de la paz en miras de su fortalecimiento. Unos acuerdos más amplios y mayor tranquilidad por parte todos los actores sociales de lo que aprobará en el Congreso puede ser un excelente momento para mejorar lo acordado y para darle sobretodo.
A su vez, es comprensible la alarma que ha generado en los integrantes de las Farc, por ver cómo se imprime una nueva vulnerabilidad al proceso por el no cumplimiento potencial de lo pactado. Las Farc deben mantener la calma, la confianza en el proceso y aceptar que estos procesos son vivos, que tienen muchos intervinientes y que todos como nación colombiana debemos buscar soluciones que sean viables para la consolidación de la paz. No se trata de defender un acuerdo a ultranza, sino buscar lo mejor para el país. Es una dura prueba, pero también muy democrática. Tanto los menos convencidos del proceso de paz, como los que sí lo están deben buscar puentes de acercamiento y lograr los mejores acuerdos para el país.
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