Las cuentas cafeteras que venían por buena senda en los últimos años, se comienzan a descuadrar. La reducción de los precios internacionales del café, que pasaron de 1,42 dólares la libra a menos de 1,20, y la tasa de cambio que ha perdido competitividad, se han conjugado para reducir los ingresos de los cafeteros en pesos. En efecto, este año el promedio de precio interno ha estado por los lados de 758 mil pesos, lo que significa que estamos experimentando una carga que se acerca a los 700 mil pesos, bien por debajo del promedio del año pasado que estuvo en 818 mil pesos. El problema es que el nivel de precios es muy cercano al punto de equilibrio de las cuentas de los caficultores y pone así en peligro la estabilidad de la caficultura.
Confiemos que en los próximos meses la cotización internacional del grano reaccione un poco. Pues los inventarios certificados de café en las bolsas no están presionando a la baja, la dinámica de oferta y demanda no presenta grandes desfases. Hay que reconocer también el efecto que por la subida de la cosecha que se espera en Brasil este año, por causa de la bianualidad, que puede presionar el precio internacional a la baja; sin embargo, no se conoce hasta ahora el tamaño exacto que tendrá. Hay, pues, en este campo incertidumbre.
Una vez más, se ve la importancia de la diferenciación de los cafés para asegurar un precio especial. Y más allá de los “los otros suaves”, diferenciación tradicional del café colombiano que en los últimos tiempos ha perdido más puntos que los robustas, sino la diferenciación por los cafés especiales. Los gourmets, en estos casos sí hay una verdadera protección. Los esfuerzos de producción de cafés con características muy propias, con orígenes certificados y orgánicos, parecerían ser los nichos para proteger el ingreso cafetero. Según cifras oficiales, aproximadamente una tercera parte de los cafés tienen bonificación especial.
El Gobierno y la Federación Nacional de Cafeteros tienen un delicado reto para echar mano de los instrumentos de política cafetera, a fin de asegurar la estabilidad de este importante sector productivo tan significativo por la generación de empleo, la democratización de la propiedad y la generación de divisas. Lo más importante es seguir trabajando con persistencia y consistencia en el aumento de la productividad de la caficultura y la diferenciación del producto. Esos dos temas deben permanecer en la agenda y no debe perder su esfuerzo de focalización.
Los cafeteros deben hacer todos los esfuerzos para evitar que las dinámicas de fortalecimiento del sector continúen y que frente al mal tiempo de precios, hay que poner al cien por ciento la institucionalidad al servicio del sector.
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