Durante los años de pontificado del papa Francisco ha dejado en evidencia varios rasgos de su forma de proceder: un líder que sorprende; pastor que huele a oveja; un hombre misericordioso; un religioso que se preocupa por la creación; y un jefe que interpela.
Recordemos el inicio del pontificado, recién elegido, allí en el balcón luego del humo blanco. Sorprendió a todos pidiéndole a la multitud aglomerada en la Plaza de San Pedro que rezaran para que Dios lo bendijera. Se presentó como el obispo de Roma, enviando un mensaje muy importante a la Iglesia y en particular al resto de obispos, sería un papa con una dimensión sinodal muy importante, es decir, que comparte con sus hermanos obispos la tarea de dirigir a la Iglesia, lo que también se llama la colegialidad. Por ejemplo, señaló que: “No es conveniente que el papa reemplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios”, saliendo en defensa a las órbitas de responsabilidad de las Conferencias Episcopales de cada país. Sorprendió, pues con su humildad y sencillez.
Una de sus primeras salidas del Vaticano, que fue muy poco planeada, fue ir a visitar a los inmigrantes que llegaban a Europa. Sus palabras en Lampedusa son muy elocuentes: “Inmigrantes muertos en el mar, por esas barcas que, en lugar de haber sido una vía de esperanza, han sido una vía de muerte. Así decía el titular del periódico. Desde que, hace algunas semanas, supe esta noticia, desgraciadamente tantas veces repetida, mi pensamiento ha vuelto sobre ella continuamente, como a una espina en el corazón que causa dolor. Y entonces sentí que tenía que venir hoy aquí a rezar, a realizar un gesto de cercanía, pero también a despertar nuestras conciencias para que lo que ha sucedido no se repita”. Esto fue en julio del 2013. Es un pastor que está donde el dolor está presente.
Un hombre profundamente misericordioso. Por ello ha buscado facilitar la vida a muchos católicos en el seno de la Iglesia. Tampoco condenó a los gais. Por ello buscó facilitar la situación de muchos fieles que habían sido puestos en los extramuros por su situación de vida. Simplificó el procedimiento y los costos a los juicios de nulidad matrimonial. Abrió un año de misericordia que cerró recientemente. Por eso le dice a los sacerdotes que deben ser muy acogedores en el sacramento de la reconciliación. Él nos recuerda que Dios es amor.
Su encíclica Laudato Si, el cuidado de la casa común es un patrimonio de la humanidad sobre ecología integral. Un documento que lanzó para todos los hombres y mujeres de buena voluntad, sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente, con una clave de lectura muy importante, que la crisis ambiental es una expresión de la crisis social. La protección de la creación y allí del hombre, ha sido uno de los principales motores de su enseñanza social.
Finalmente, vale la pena resaltar la forma directa con que le ha hablado a muchos de sus compañeros de la Iglesia. Primero con su testimonio: quitó de la figura del papa muchos adornos y otras arandelas. Dejó de vivir en los apartamentos privados y se quedó viviendo en la casa de los obispos que visitan el Vaticano. Pero también les ha cantado la tabla a muchos que se creen verdaderos príncipes de la Iglesia. Igualmente invita reiteradamente a todos los miembros de la Iglesia a estar en salida: "Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades".
¡Dejémonos sorprender por la presencia del papa Francisco en Colombia!
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