Enfurecidos con el alcalde encargado Mauro Martínez de La Puente, los habitantes de Barranco de Loba en Bolívar lo sacan corriendo del pueblo. A finales de noviembre del año pasado, además de echarle candena a la sede de la Alcaldía, a la Registraduría, a la Personería y hasta al hospital local (en la parte de consulta externa), con rabia se aseguraron de que las puertas hubieran quedado bien cerradas con cadenas y candados. Letreros de “Por fabor - con b larga- no hay servicio”, eran las únicas respuestas que quedaban al público pegadas en las ventanas de esas entidades deshabitadas.
Entre la muchedumbre se alcanzaba a ver una cartelera, que sostenía en sus manos una mujer mayor con cara de ser la matrona del pueblo, que decía: “Señor alcalde, ¿qué hizo los recursos de plan de alimentación 2018?” y otro cartel que decía: “Barranco de Loba, llegó tu hora: Mauro se va, el pueblo manda”. Esos escritos con letra fea, la que queda cuando uno escribe con rabia, advertían que esos 17.700 habitantes, que no se han dejado de la guerrilla ni de los paramilitares, mucho menos se van a dejar a un funcionario público que para ellos no cumplió con su deber.
Todo comenzó con una reunión acalorada en la calle del pueblo. Las imágenes se vieron en un noticiero de mediodía de Caracol Televisión en donde se veía al alcalde sentado y rodeado de la comunidad y una algarabía rabiosa. Se gritaban arengas en las que le rogaban furiosos al alcalde que renunciara. A un hombre del pueblo que, con megáfono, le decía “queremos que renuncie, que se vaya de aquí”, le seguía el pueblo enfurecido con aplausos y rechiflas.
Según un comunicado de la Gobernación de Bolívar, los argumentos de inconformismo de la comunidad con la gestión del alcalde, que llevaba en el cargo un año y cinco meses, van desde temas de salud, de educación y hasta de la protección del río Magdalena. Ellos mismos dicen que no hay matadero público, que el municipio está lleno de basura, que las aguas que están empozadas, huelen mal. En la nota del periodista Diego Velosa, se ve a un hombre de la comunidad, también con megáfono en mano, regañando a sus vecinos diciéndoles que estaban en esa situación por que todavía no habían aprendido a elegir, y a una mujer mayor, que más malhumorada gritaba, “al alcalde no lo queremos aquí en Barranco de Loba”.
Y es que a esos niveles de furia han llegado precisamente -y no es para menos- porque se les llenó la copa con los antecedentes políticos del pueblo como el caso del alcalde Uldarico Tolosa, elegido por mandato popular, que fue capturado, según el periódico El Universal, por presuntas relaciones con grupos al margen de la ley.
Tanta indignación de esos días llevó a que el alcalde Mauro Martínez saliera despavorido del pueblo sin que ni sus más cercanos funcionarios supieran de él. Luego se conoció que huyó por miedo hacia el municipio del Banco, Magdalena, una población a la que se llega navegando 35 minutos desde Barranco de Loba. La repuesta que dio cuando lo encontraron es que se refugió ahí por su seguridad, que esperaba rendirle cuentas a su comunidad y que, a pesar de todo, no había contemplado la idea de renunciar.
Tras 15 días de ausencia, el alcalde volvió a Barranco de Loba a pesar de que los habitantes todavía tenían vigiladas, de día y de noche, y cerradas con cadenas y candados, las oficinas oficiales. Lo recibieron con protestas y rechiflas al punto que le tocó reunirse en la biblioteca del pueblo con los entes de control. La comunidad solo descansó el año pasado hasta después de Navidad, cuando finalmente el alcalde Mauro Martínez de la Puente presentó su renuncia irrevocable ante el gobernador de Bolívar, Dumek Turbay, asegurando que lo hacia por el bien de Barranco de Loba. Una historia desde el sur de Bolívar para el mundo, un ejemplo para todos.
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