Zapping
@leonardopineda
“¡Antes era genial!”
El fenómeno televisivo que significó Stranger Things el año anterior se opacó un poco por la enorme acogida de otra serie, que de pronto tenía un público más centrado, sin embargo bastaron algunos meses para que la audiencia de dicha serie creciera desmesuradamente creando alrededor de ella una especie de culto mediático que se reflejó en los premios y nominaciones recibidas. Si analizamos el por qué del éxito de Stranger Things tenemos varios factores: la historia misteriosa y contada a cuenta gotas, la ambientación ochentera, el carisma innegable de sus protagonistas, la edad de los mismos (lo que permitía una identificación inmediata con el público más joven), la música fabulosamente escogida y una puesta en escena de primera. Obviamente los fanáticos estábamos esperando que la segunda temporada surgiera de manera apabullante este año y por fin el viernes pasado se puso en Netflix el paquete con los ocho episodios, luego de una campaña publicitaria hilarante protagonizada para Latinoamérica por la Chilindrina emulando a Eleven.
Podría pensar uno como espectador que los hilos ya estaban tejidos en la primera temporada, pero para nuestra sorpresa esto estaba muy pensado desde el principio y no se dejó nada al azar para esta segunda entrega.
Entraron nuevos personajes con nuevas historias que se entrelazan de manera efectiva con la original. Se hacen saltos en el tiempo para lograr explicar, por ejemplo, qué pasó con Eleven al final de la primera temporada. Se le da un protagonismo mayor a la emocionalidad de los niños y sus vivencias, acercándonos, de cierta manera, a su evolución personal dentro del universo planteado por los escritores, sin olvidar las características de todo preadolescente.
El otro lado se vuelve real y termina por afectar mucho de Hawkins y se entretejen otros asuntos que llevan al desenlace de la historia de una manera elaborada y cuidadosa. La música, la ropa y hasta el estilo de hablar nos trasladan a los años ochenta, con miedo a los rusos y con una prevención absurda al apocalípsis (tal vez más nuclear), se homenajea al cine y a la televisión de la época y, sin duda, a los efectos especiales que se hacen más profesionales y cuidadosos.
Todo ello continúa con esta inspiradora serie que ha marcado como un hito de la televisión moderna y, sin lugar a dudas, es de las que más ha influenciado el crecimiento del mercado televisivo sobre el cinematográfico. Stranger Things se convierte en una alternativa innovadora y maravillosa para esta semana de Halloween, en la que siempre se mezclan el horror y la risa que continúa a cada salto que damos cuando nos asustamos. Muchas críticas se encuentran en las redes sobre la inferioridad de esta segunda entrega, sin embargo somos más los que simplemente nos sentamos a disfrutarla.
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