Zapping 2.0

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He conocido casos muy cercanos de personas que por un cambio religioso, espiritual, afectivo o económico se vuelven buenos, algo se mueve en su mente y en su espíritu y se acercan de manera sorprendente a un comportamiento que antes no habían tenido. Se tornan políticamente correctos y olvidan cualquier ápice de maldad que hayan tenido antes en sus vidas. Y parece que todo lo malo simplemente se haya esfumado. Pero esa conversión no es convincente, los demás tenemos memoria y sus acciones se ven falsas y acomodadas, precisamente como está pasando con la Academia y sus recientes proclamados a los premios Óscar.
Es tan sencillo notar que lo que se hace es una reivindicación de los mejicanos con Roma de Cuarón y de los afrodescendientes con Pantera Negra, unas nominaciones para resarcir los daños que deben sentirse como culpas latentes ante eventos pasados y presentes con las comunidades negras y latinas por parte de los Estados Unidos, de tal manera que los premios se han mantenido dentro de un plano político. Pero... ¿Y el cine? ¿qué podemos hacer para que no se asfixie ante la presión que ejercen ese tipo de acciones que favorecen ciertas películas?
No voy a decir que Roma sea una mala película, es una obra de arte en el campo visual, es bonita, lenta y simple. En el caso de Pantera Negra es un homenaje visual suntuoso a la herencia africana desdibujada en una nación ficticia, pero colorida. Se ha pasado por encima de otras producciones que sí pueden tener los méritos cinematográficos para ser nominadas en las categorías más relevantes. Analizaremos cada semana lo que significan dichas designaciones a los premios más importantes de la industria, hasta que en la noche de la premiación nos llevemos la mano a la cabeza mientras nos seguimos preguntando ¿Y el cine qué?