Zapping
@leonardopineda
“Procede como Dios que nunca llora, o como Lucifer, que nunca reza”
Almafuerte
Hace algún tiempo escribí una novela corta llamada Simpatía con el diablo, en la que contaba la historia de un joven catatónico que después de diez años despierta afirmando que es el mismísimo demonio, lo cual intriga a mi protagonista, un siquiatra que pretende entender a través de sus sesiones a dicho personaje entre lo mitológico y lo histórico.
Pues bien, parece que no era el único que pensaba en que el demonio tiene un concepto histórico injustificado en aras de la religión. Una novela gráfica de los ochentas conocida como The Sandman planteaba el escape del diablo del infierno para irse a Australia a ver atardeceres cansado de su trabajo de castigador, La serie Lucifer que ya va por su segunda temporada, y en planes de la tercera, plantea a este encantador diablo como un millenial harto de ser un ángel castigador que se toma una vacaciones del averno y se viene a vivir a la Tierra a vivir. Se radica en Los Ángeles donde creó el Club Lux para seguir, desde allí, ganando almas para el infierno a través de los tratos con los humanos. Sin embargo conoce a una detective, de la queda prendado y decide colaborar como civil en la resolución de casos criminales.
La serie de FOX está contada de una manera muy sofisticada, en la que la ciudad es protagonista indirecta por todo lo que ofrece a sus visitantes: fama, sexo, desenfreno, envidias. Los pecados favoritos del príncipe de las tinieblas, sin embargo las dos primeras temporadas han sido filmadas en Vancouver y solo la tercera se hará en Los Ángeles. Más allá de eso, en cada capítulo hay una referencia religiosa acerca de la historia del ángel luminoso que alguna vez fue Lucifer y cómo fue enviado a regir el infierno, lo que provocó su ira y rebelión contra Dios. Protagonizada por el carismático y encantador Tom Ellis y producida por Jerry Bruckheimer, la serie es una verdadera delicia con momentos muy cómicos y un sarcasmo delirante por parte de su protagonista; alejada totalmente del concepto que presentan otros formatos como Damien por ejemplo, esta acerca a su humanidad a tan icónico personaje y ello queda demostrado con los hilarantes diálogos y las profundas reflexiones sobre el pecado y el concepto que hemos tenido del llamado ángel caído. Basta referenciar que la ropa del personaje principal nos ratifica aquel concepto de que el diablo si se viste de Prada. Muy divertida y bien hecha, de esas agradables sorpresas que uno se encuentra haciendo zapping!
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