Zapping
@leo_pineda_
“Ay no, se me ol.vi.dó can.ce. lar el ma.ria. chi”
Paulina de la Mora
Esta semana se han subido a Netflix dos de las series más esperadas de este año en la plataforma de televisión digital, por la gran expectativa que se ha originado en cuanto a sus contenidos y la inevitable polémica que ciertos temas tratados en las mismas desde su concepción argumental y que se filtraron mucho antes de su realización. Como buen encomendado, ya las he visto y aquí mis apreciaciones sobre ambas.
Iniciaré con Insaciable, una serie que podría catalogarse como juvenil, pero que realmente trata temas mucho más álgidos que los que uno podría imaginar. Insaciable narra la historia de una joven con sobrepeso y el matoneo que tiene que soportar en su colegio hasta que un día, por un desafortunado evento es golpeada y debe permanecer con la boca cosida durante meses y con una dieta solo de agua. Eso la lleva no solo a adelgazar en tiempo récord, sino que entra a su preparatoria convertida en una hermosa jovencita que sigue siendo gorda por dentro. Enfrentarse a esa situación la lleva a cruzarse con un abogado a punto de terminar con su vida por considerarse un fracasado en todo lo que hace. Ese encuentro nos lleva entonces a una serie de situaciones que podrían parecer jocosas, pero que realmente son mucho más profundas de lo que parecen. Sin embargo, algo malo pasa a partir del episodio 6 y lo que iba como una serie con cierto tinte de moraleja se vuelve una cosa totalmente bizarra y fuera del contexto que se había planeado. Como si el guionista hubiera enloquecido en los últimos episodios y solo quien la vea completa podrá darme la razón en mi argumento. Bajo su responsabilidad.
La otra serie es La casa de las flores, producción mexicana protagonizada por Verónica Castro y que nos presenta una telenovela para millenials, en la que se cuenta una historia simple sobre la doble vida de un acaudalado señor de familia y el drama con cada uno de los miembros de la estirpe De la Mora. Es disparatada, bien producida, amoral, fuera de tono, escandalosa para lo que estamos acostumbrados a ver en televisión, pero realmente divertida. Esta serie se sale de cualquier concepto conocido y nos muestra de manera suavizada los secretos más oscuros de una adinerada familia mexicana, que bien podría ser de cualquier parte del mundo. Todos sus protagonistas tienen un tinte moral entre maldad e inocencia, muy parecido a la vida real, pero con una convicción firme y absoluta: hay que mantener la familia unida cueste lo que cueste. Más que el personaje de la Castro, me llamó la atención Paulina de la Mora, la hija mayor. Me parece que tras la elaborada gestión de la actriz para representarla con ese hablado lento tan particular y fastidioso se esconde un personaje admirable, amada u odiada, sin tintes medios, le da a la historia ese sentimiento de impotencia que refleja lo que uno como espectador percibe ante las situaciones que se presentan. A mí personalmente me gustó aunque estoy seguro que no será la serie favorita de muchos. Véala y polemice.
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