Zapping
@leonardopineda
“El maestro mediocre cuenta. El maestro corriente explica.
El maestro bueno demuestra. El maestro excelente inspira.”
William A. Ward
Hace más de diez años se terminó la sexta temporada de Francisco, el matemático, una de las series más vistas de la televisión nacional. Con ella se cerraron también las vicisitudes con las que enfrentaron la vida los alumnos del colegio Jimmy Carter, retrato de lo que pasaba en la mayoría de los colegios públicos de la época.
Antes se había vivido con Décimo grado, serie recordada por muchos de los que hoy son padres de familia, porque también era un espejo de la cotidianidad estudiantil criolla, alejada años luz de la popular Clase de Beverly Hills y su fallido intento nacional, Clase aparte. El tema de la vida estudiantil en los colegios es común a todos, por lo que llama la atención del público en general. Es una etapa que la mayoría de las personas hemos vivido, por lo que es fácil aprovechar los estereotipos de quienes habitan dicho universo para llegar a más espectadores. Incluso el cine ha retratado con una variedad de matices las distintas épocas de la historia desde la mirada de las aulas. Basta recordar Grease, American Grafiti, Mean girls, Clueless y muchas otras historias en las que no falta el gordo, la gomela, la fea, la problemática, el galán, el buena gente, el nerd, el pesado, la enamorada, el patán y un sinnúmero de personalidades más que se aprovechan para contar historias. Sin embargo, así como la vida misma, su reflejo en la pantalla ya no es el mismo. Ahora la cosa es diferente. Tenemos redes sociales y aparatos impensables en aquellas épocas, herramientas comunes en nuestro presente estudiantil.
De ahí que me parezca tan acertado que el regreso de la serie Francisco, el matemático esté adecuada a la realidad actual. Siguen obviamente los estereotipos, pero la serie aborda temas que hace una década eran inimaginables para las familias colombianas. Las cosas han cambiado y esta clase 2017 está dispuesta a demostrarlo. No significa que sean mejores o peores, son diferentes. La manera de pensar, el hablado, las expresiones, los sueños, los ideales románticos y, hasta las esperanzas de un futuro, son distintas. Los problemas de los estudiantes han cambiado, las estructuras familiares han mutado, nada es lo mismo e incluso la visión de los profesores, los adultos responsables de la formación de estos estudiantes, es diferente.
Se va a generar una gran polémica, es verdad. Entre los mayores surgen inquietudes como si lo que ven los jóvenes y niños en la serie es una especie de modelo negativo para ellos. Pero otros pensamos que es un planteamiento válido que les muestra a ellos la realidad, para unos más cercana que para otros, y se dan pautas para resolver algunos de sus problemas. Lo importante sin duda es el acompañamiento de los adultos, los mismos que con nostalgia deben pensar en qué rápido pasa el tiempo.
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