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"La ciencia no nos ha enseñado si la locura es más sublime o no que la inteligencia"
Edgar Allan Poe
No parecemos estar muy consientes acerca del papel de la tecnología en nuestras vidas, vemos que la afición, por los llamados gadgets, es algo normal en nuestro entorno y que cada vez son más quienes tienen su universo conectado a sus aparatos electrónicos. Muchos ni siquiera conocen la textura de un libro o han sudado jugando a la pelota, aunque es el mundo en el que estamos.
Hay voces de alerta que anuncian los peligros de como ello ha ido cambiando no solo la percepción de quienes somos, sino de la manera en que interactúamos con los demás, incluso con nuestras propias familias. Una de esas voces es la que grita con desesperación la serie británica Black Mirror, que se estrenó en el 2011, y que presentó en diciembre pasado su más reciente temporada. Esta se centra en la cotidianidad en la que nos hemos visto inmersos con el uso indiscriminado de la tecnología y en los peligros que la facilidad de la misma nos ofrece día a día. Obviamente con unas licencias creativas abrumadoras, las historias unitarias de Black Mirror son un llamado de atención a nuestra sociedad y la importancia de las redes y la tecnología en la misma. A parte de estar realizada con toda la calidad que pueda pedirse para una serie de televisión contemporánea, es de las más buscadas por los actores para trabajar allí, precisamente por querer colaborar en cierta medida en el rechazo a ciertas tecnologías que si ya están en la mente de unos pocos, podrían hacerse realidad cuando menos lo esperemos (sin ser paranoicos).
Es sorprendente todo el tema que capítulo a capítulo se nos presenta desde una transferencia de conciencia, el subir el alma de los abuelos a la nube, un aparato para encontrar la pareja perfecta a través de un aplicación infalible, un juego de realidad virtual que aprovecha tus propios temores para asustarte, un casco para entender el dolor ajeno o una sociedad donde vales según tu puntuación en una red social universal. Esos son solo algunos de los ítems que se nos presentan y que están hechos de una manera tan realista que asusta.
Creada por Charlie Brooker, británico de 46 años que, como los de su generación, tuvieron la fortuna de haber vivido en un mundo sin tecnología y crecer junto con la misma desde los ochenta y asistir a su evolución en los noventa, lo que yo llamo una de las más aventajadas generaciones de nuestra historia reciente. Sin duda Black Mirror, es el espejo negro en el que se convierten los celulares, computadores y televisores cuando se apagan, es un antológico programa que deben ver jóvenes y adultos porque realmente aparte de entretener pone a pensar… y mucho.
PD: Síganme por favor en redes, debo ser un 4,2
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