Durante los años 1960 a 1990 en la oficina, hoy oratorio de la Gobernación de Caldas, ocupada por la jefatura del Servicio de Salud de Caldas, en buena parte desempeñada por el odontólogo Jorge Gómez Ospina, se encontraba la fotografía, en blanco y negro, de Jorge Bejarano Martínez, 1888-1966.
Pocos conocían la historia del personaje y quienes la ignoraban no se preocupaban del  motivo por el cual el médico oriundo de Buga estaba entronizado en la dirección de todo el Sistema de Salud de Caldas. Todavía es un médico desconocido.
Acaba  de aparecer el libro Mal que sí dura cien años, de Rodrigo Ospina Ortiz, bajo el sello editorial de la Universidad del Rosario. El autor presenta toda una historia sobre Jorge Bejarano, quien ocupa un importante lugar dentro del recorrido sanitario del país. 
Hay que ir más allá del extenso listado de las actividades desempeñadas por el egresado de la Universidad Nacional, 1913, para entender la trascendencia de su accionar a través de distintas ejecutorias.
El 1 de mayo de 1931, en el Teatro Municipal de Bogotá, en su triple calidad de liberal, médico y candidato a la Cámara de Representantes, se expresó sobre el Minimun Vital, programa que defendía hasta hacerlo su bandera en distintas acciones de funcionario estatal, quien ejerció como Ministro de Higiene en dos oportunidades, 1947-1948. En su exposición definió el lema como: La satisfacción constante y segura de nuestras necesidades primordiales.
Ellas fueron resumidas en 9 acciones enunciadas  textualmente: Trabajo higiénico, honesto, permanente y remunerado en justicia; alimentación suficiente, variada, nutritiva y saludable; habitación amplia, seca, soleada y aireada;  agua potable y abundante; vestido limpio, correcto que dé abrigo y proteja de enfermedades; asistencia médica,  servicios sanitarios gratuitos, abundantes, urbanos y rurales; educación primaria y complementaria eficaz y racional,  hombres cordiales y protectores de familia; descanso y recreación  suficientes que restauren las fuerzas del cuerpo y del espíritu; justicia pronta, fácil e igualmente accesible a todos.
Después de 91 años, muchas de las necesidades enunciadas siguen sin ser solucionadas para los colombianos. La pregunta que se debió hacer Jorge Bejarano fue: ¿Hasta cuándo iban a persistir las dolencias sociales? Ahora hay que repetir los interrogantes, porque siguen grandes vacíos que se agudizan con las cifras de pobreza y miseria entre los colombianos, adicionados a las inmensas deficiencias institucionales.
Muchos fueron los frentes que lideró o ayudó a liderar Jorge Bejarano en defensa de los colombianos y en especial de quienes residían en las zonas urbanas con la idea de que, tarde o temprano, los campesinos tenían que incorporase o ser adheridos a los beneficios citadinos.
Dos actividades: la política, ligado a Jorge Eliécer Gaitán, y la práctica de la medicina, lo llevaron a ejercer el periodismo a través de su frecuente columna en El Tiempo. Estas actividades le dieron la oportunidad de ser reconocido más ampliamente y evidenciar su presencia nacional, a lo que se anexaron compromisos especiales con su cátedra en la Universidad Nacional,  la presidencia en distintas oportunidades de la Cruz Roja Nacional, la membresía en instituciones académicas, la vicepresidencia de la Oficina Sanitaria Panamericana, y director de revistas pediátricas.
Como muchos médicos, entre finales del siglo XIX y tres cuartas partes del XX, entendieron que la medicina y la política decentemente ejercida eran la exhibición de una simbiosis en favor de los colombianos. Congresista, diputado y concejal fueron sus gestiones políticas. En Caldas hubo ejemplos que enorgullecen.
A todo, fue galardonado  con la Cruz de Boyacá y otras condecoraciones nacionales e internacionales.  
El país necesita más médicos comprometidos en lo social, superando la escueta actividad médica asistencial.
Un libro para ser leído por los médicos.