Desde los antecesores del Homo sapiens sapiens y luego durante toda su evolución, la especie ha estado sometida al flagelo de la enfermedad. Todo ser humano ha sido víctima de un mal, leve o grave, salvo los niños pequeños que fallecen por violencia sin tiempo para que se desarrolle una dolencia en su cuerpo.
Con los años, una persona, está más expuesta a desarrollar una o varias de las miles de enfermedades, incluyendo las variables. Puede ser una por vez o simultáneas. Puede ser temporal o toda la vida o puede repetirle. Puede erigirse en uno o varios grupos de células. Además, puede comprometer un órgano o todo el cuerpo.
La enfermedad puede sobrevenir por causas externas a la persona pero relacionadas con ella o simplemente ser fortuitas como también puede sobrevenir desde dentro como una consecuencia de su trayectoria vivencial, dependiente o no de la edad, de las etnias con sus mezclas, del género, del oficio o de factores geográficos.
Los maestros han enseñado que los individuos son los esenciales en la medicina humana, veterinaria o en la fitopatología y no solamente enfermedades sin relación alguna con los seres. Cuando se considera solamente la lesión, como una entidad autónoma, se llega peligrosamente a los errores en la ciencia integral.
Hay enfermedades que aparecieron en la antigüedad y todavía persisten en las personas como por ejemplo tumores benignos y malignos; parasitosis-, inverosímil pero cierto-; trastornos genéticos o mentales; o, simples accidentes de causa externa.
Cada vez con mayor énfasis, la complejidad y manipulación del entorno, contribuyen con importantes factores a la generación de enfermedades, lo mismo que hace la industrialización y la vida moderna con sus agresiones.
Una de las acciones obligatorias del ser humano, es prevenir, controlar o erradicar la enfermedad, para lo cual dispone de su cerebro, sus destrezas físicas, la tecnología y el irrefutable deseo de vivir. Sus acciones en grupos poblacionales amplios necesitan de muchas estrategias, no siempre sencillas y al alcance de todos. Los logros son a diferentes plazos.
En muchos casos ha salido mundialmente victorioso como en el caso de la viruela y parcialmente triunfante, por ahora, como en los casos de la poliomielitis, el sarampión, la rubeola o la rabia humana. Ha fracasado, hasta ahora, entre otras con la desnutrición, el cáncer y la violencia como manifestación de salud pública.
El 4 de febrero se celebró el día mundial, contra el cáncer. Hoy contra el cáncer de cuello uterino y el 31 de marzo contra el cáncer de colon y recto. Y así, hay a lo largo del año campañas radiales, televisivas o escritas, que despiertan el interés en combatir diferentes tipos de enfermedades. Al menos, sirven para recordar que existe la lesión y que cada persona o su familia puede ser víctima del mal. El próximo 7 de abril, el día mundial de la salud, OMS, será en pro de la cobertura.
Desde los tiempos remotos se conoce la existencia del cáncer. Hipócrates 400 a.C., mencionó la palabra carcinos,- karkinos-, porque relacionó el crecimiento anormal de órganos con la forma del cuerpo del cangrejo, inclusive muchos pacientes relacionan el movimiento del crustáceo en los tejidos, descrito en el libro: El Emperador de Todos los Males, de Siddhartha Mukherjee, documento que debieran leer los médicos. De allá para acá todo ha sido nuevos desarrollos que llegan hasta la ciencia aplicada usando cada vez más y nueva tecnología: Han aparecido nuevos tumores dados por el mismo organismo,-biología-, o por la exposición a factores externos vivientes o inanimados.
De alguna manera importa conocer las tasas de casos, ya sea que sufran la enfermedad o mueran por ella, pero no es lo esencial, porque en lo fundamental la especie humana debe avanzar en tres vías entrelazadas: Evitar el cáncer, cuando es posible; detectarlo tempranamente; y, tratarlo oportuna y adecuadamente.
El cáncer no es asunto de otros, es de cada persona sin atenuantes.
El cáncer de cuello uterino está en camino de control y en vía de erradicación. ¿Cuándo? Cuando la mujer apoyada por el Estado, digan: ¡Basta!
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