Más temprano que tarde la sociedad deberá promover el análisis de la duración de los estudios universitarios en el contexto de las condiciones actuales que imperan en la formación de los nuevos profesionales.
¿Por qué la sociedad? No puede olvidarse que las sociedades son la esencia de la conglomeración de seres humanos, quienes son los destinatarios finales de las acciones de las personas. O sea que, ella determina lo que necesita y la manera como lo debe recibir.
La universidad es una intermediaria autorizada por la sociedad, bajo diferentes mecanismos, para preparar a miembros de ella en los diferentes aspectos de la ciencia, la tecnología y el desarrollo, utilizando todas las herramientas de que dispone o debe disponer, si quiere cumplir con su misión.
Una premisa que no puede olvidarse define que quienes van a ejercer su profesión tienen derecho a recibir bajo la tutela de su universidad lo más científicamente actualizado en conceptos teóricos y disponiendo de prácticas que le permitan desempeñarse a través del tiempo con la necesaria y mejor idoneidad.
Igualmente, el estudiante tiene derecho a conocer los factores a favor y en contra que rodea una conducta que debe adoptar en cumplimiento de sus compromisos laborales, a partir de la historia real, particular o general, no de la ficción ni de la larga lista del anecdotario, los cuales pueden ser útiles para destacar algunos matices pero no es la esencia de la evolución y estado de la profesión.
La evolución de los mecanismos de enseñanza y aprendizaje son diametralmente opuestos a los que se utilizaban en el siglo XIX y en la primera mitad del XX. Sin embargo, se van acercando en ciertos aspectos humanos a la manera como se ejercía, demostrado fehacientemente, en la época primigenia de los padres de la ciencia.
Los expertos en educación, cada vez más y mejores, tienen la obligación de diseñar la mayor y mejor utilización del tiempo y los espacios por los estudiantes y profesores, quienes tienen diferentes intereses y estrategias para buscar un fin común: Una sociedad mejor en todos los sentidos.
Existen tres tendencias para establecer el número de años que un estudiante debe estar ligado a su universidad en cumplimiento de los estudios formales con la meta de obtener una autorización, a nombre del Estado, para ejercer determinada disciplina. La primera, es dejar los mismos años o ciclos actuales; la segunda es disminuirlos y la tercera es aumentarlos.
En la actualidad el 100% de estudiantes y profesores, tienen acceso a la moderna tecnología, bajo diferentes modalidades, que avanza con una rapidez incontenible y muchas veces sorprendente, ¡Quién lo creyera! Ello ha facilitado de una manera radical los mecanismos de instrucción.
Se plantean las dos alternativas vigentes: La presencial y la virtual, en donde ésta última gana cada día más espacio. Sin embargo, cada una tiene sus propios usos y limitaciones, los cuales no deben sobrepasarse porque los resultados serían contraproducentes.
Un aspecto en el cual se debe reflexionar intensamente, es la manera de lograr formar, no instruir, a los universitarios. Ese es el meollo para contar con profesionales de la más alta calidad y para recordar de nuevo: Deben ser proscritos los bárbaros instruidos.
Es atractiva la idea de estudiar un menor número de años hasta la graduación. Hoy, a diferencia de ayer, no hay límite de días ni de horarios ni de espacios para que el estudiante y el profesor avancen en sus conocimientos. Igualmente la oportunidad y el tiempo de contacto entre ambos y con otros, es ilimitado.
La investigación y la proyección universitarias pueden ser planteadas y enfrentadas a través de los años, haciendo parte de una programación efectiva y medible, cualita y cuantitativamente, en sus resultados.
Lo que no puede ser reducido sobre todo en ciencias de la salud y entre ellas a manera de ejemplos: medicina, enfermería, odontología y psicología, son las prácticas con pacientes reales, es absurdo esgrimir que ellas pueden ser virtuales y mayoritariamente con simuladores, éstas técnicas tienen su uso en tiempo y espacio apropiados.
A propósito del tiempo: ¿Qué tanto dedicaron estudiantes y profesores a reforzar conocimientos previos y a avanzar en los nuevos durante la anormalidad académica?
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