Aparentemente el ser humano puede distinguir nítidamente el color blanco del negro, acromáticos. En realidad las personas tienen restricciones visuales para identificar perfectamente toda la gama cromática. Unos ven más o menos amarillo o verde o rojo, pero no siempre coinciden diez personas en los matices o tonos.
Las personas observan, piensan y deciden tajantemente entre blanco y negro. Lo que ha determinado muy difícilmente lo modifica si es consciente y concordante con las premisas razonadas que lo han conducido a adoptar una posición. Indudablemente las personas pueden variar de oscuro a claro y viceversa por muchas causas y ello cada vez es más frecuente y no siempre son justificables aunque la inmensa mayoría de ellas son entendibles.
Se ha repetido que la escala de matices entre el blanco y el negro son cada día más abundantes y más frecuentes, dejando de lado lo absoluto. Una muestra reciente de ello, han sido los recientes resultados electorales en donde el pensamiento e intereses de los colombianos han estado imbuidos por diversas variables, todas respetables, pero no igualmente acertadas. El tiempo y los resultados definirán los caminos a seguir.
Se ha expresado que cada vez es más difícil que el ser humano adopte una conducta permanente en una sola dirección. Quizá en tiempos pretéritos ello era posible por las circunstancias que lo rodeaban y por aferrarse a un concepto que se convertía en un principio inconmutable en donde lo que decidía valía hasta la muerte aun así trataran de demostrarle otras vías y contando con la posibilidad de que alguien se atreviera a insinuarle una modificación.
Aunque en matemáticas o física se pueden asegurar determinados resultados con la posibilidad de acertar al ciento por ciento, en química orgánica o del carbono no es dable esta presunción absoluta sin contar con la química biológica en donde interviene el Ácido Desoxirribonucleico- ADN-, que provee una información altamente confiable, pero las modificaciones inducidas por ser humano o la naturaleza no aseguran en el futuro una inmodificable presencia. Sin embargo, en biología humana los resultados, por ahora, no se podrán asegurar en ningún sentido ni del cero ni del ciento.
En medicina nadie puede afirmar certeramente que el resultado podrá ser en determinado sentido aunque se lo prometa bajo la gravedad del juramento por quien quiera. Lo que se exige del médico es que el paciente no debe tener una información que le dé a entender que los resultados buscados se obtendrán de forma absoluta.
El médico debe estar seguro bajo los modernos conceptos y prácticas que su paciente recibirá lo mejor que él puede entregarle, si ello no es así el médico no cumplirá con su misión e inclusive comprometerá su honestidad. Otro asunto fundamental se relaciona con el hecho de que las entidades cumplan con sus funciones obligatorias, sin atenuantes válidas, para proteger al paciente y permitirle al médico su adecuado ejercicio profesional.
La relación contractual entre instituciones y pacientes es de absoluto cumplimiento por las partes, salvando los casos urgentes que deben ser atendidos en el sitio más cercano y sin mediar ninguna orden, documento o norma, el desacato de los compromisos debe surtir efectos sancionatorios. El problema radica que el paciente es el actor más débil, injustamente, de ésta sociedad y debe recurrir con frecuencia a la tutela, a veces recomendada por funcionarios de la misma institución, y el juez intervenir en no pocas instancias por desobediencia a lo ordenado, lo cual es de cumplimiento forzoso.
Da tristeza que una mujer de 47 años, que tenía posibilidades de supervivencia, se muera en Manizales por prácticamente falta de atención. A ello no hay lugar en un país que se precia de ser humanitario pero el poder, el dinero, la contratación, la terquedad, la indolencia y el terrible mandato de:¡Sálvese quien pueda!, se oponen a la vida de los colombianos. ¿Aquí vale la pena preguntar por la Superintendencia Nacional de Salud: Sus investigaciones y sanciones a las instituciones denunciadas, ya no a las grandes Empresas Promotoras de Salud sino a las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud, denominadas pomposamente: Operadoras.
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