Hay palabras y frases que trascienden las épocas, cuando los seres humanos evidencian que ellas representan su sentir y han reflexionado en su verdadero significado para luego incorporarlas en las diferentes maneras de expresión. Eso sucede en infinidad de veces cuando se recuerda la enunciación de las sentencias pronunciadas o escritas por personas que han resistido el paso de las modas.
Frases y palabras se usan para dar énfasis en textos de diferentes connotaciones, pero se recurre a ellas con más frecuencia en la academia, en las artes clásicas y en la literatura.
El paso del tiempo, desde antes de Cristo, no ha sido suficiente para borrar palabras y frases, porque siempre son actuales debido a que los seres humanos siguen teniendo los mismos sentires, dudas, peligros, inconformidades y alegrías a pesar de la tecnología y el cambio del medio ambiente.
Las acechanzas que sufren las personas han variado relativamente poco. El ser humano tiene diferentes maneras de relacionarse con los demás, donde su formación es fundamental y posteriormente el desarrollo paulatino, consciente o no, de sus intereses interviene en el manejo de su vida. Es indudable que toda persona, aún con un mínimo de cociente intelectual, a la vieja usanza, discrimina a los otros seres humanos, independientemente de su posición frente a otros seres vivientes o el mundo inerte.
Cuando el ser humano juzga a sus semejantes de una manera integral, entendiendo, aceptando y practicando la diversidad, se hace más prójimo y de igual manera tiene derecho a las mismas consideraciones que otorga.
Francia exhibe en uno de sus símbolos: Marianne, tres palabras que significan la esencia del estado francés: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Todo ello encierra un mandato que ha resistido los tiempos desde cuando se enunció por primera vez en 1791. 
Desde otro ángulo es importante recordar dos Estados y un reino: El Reino Unido trae un emblema que se reconoce porque reza: Dios y mi derecho.
En el Escudo de Armas de Chile se lee: Por la razón o la fuerza.
Colombia, tiene en su escudo una bandera en donde se lee: Libertad y Orden. Franceses, británicos, chilenos y colombianos pueden analizar qué tanto cumplen sus repúblicas y reino con éstos mandamientos, haciéndolos universales para quienes habitan sus territorios.
Con motivo de los cambios recientes en L´Osservatore Romano, diario oficial del Vaticano, promovidos por el papa Francisco, se ha publicado una crónica de Sandro Magister en sus páginas electrónicas enviadas a través de L´Espresso, en su columna Settimo Cielo, en donde analiza la mayor utilización de la palabra fraternidad por el Vicario de Cristo en su mensaje Urbi et orbi, con motivo de su último natalicio, comparando con las palabras Jesús y Cristo.
La palabra fraternidad tiene muchas acepciones, unas reconocidas tradicionalmente por la Iglesia Católica y otras que han sido combatidas por relacionarse con la idea de la masonería.
La utilización de fraternidad en la actualidad tiene un mensaje que no puede ser confundido. Ya se ve en la correspondencia ordinaria la aplicación de un mensaje fraterno que no implica bajo ningún aspecto: Asociación a ultranza, sumisión, impunidad, defensa sin límite, inhibición de una controversia leal, rechazo a la búsqueda de la verdad, respaldo de lo antiético, exclusiva base religiosa en la relación y otros aspectos que distorsionan la esencia del mensaje enviado a uno o varios destinatarios.
Fraternidad no debe interpretarse como debilidad, sino como fortaleza, al reconocer en otros seres humanos su valor como tales independientemente de los compromisos contractuales, de dependencia, de fiscalización, de juzgamiento o simplemente de reclamo.
Por ello es atractivo y constructivo que el papa Francisco exprese en sus convocatorias la palabra fraternidad para indicar la semejanza e igualdad de los seres humanos, sean católicos o de otras religiones. 
Fraterno va más allá de la concepción de hermano, incita a una relación respetuosa y sincera, sin dobleces, conservando ese necesario respeto por el otro ser aún sea considerado su contradictor.
¡No a la violencia!