En la democracia, imperfecta como todos los sistemas creados por el ser humano, las oportunidades deben ser aprovechadas en todos los órdenes porque es por ahora la única forma con la cual los ciudadanos optan por idear, expresar, aceptar y cumplir con las normas más esenciales que imperan para lograr la necesaria convivencia, aunque incomprendida en diversas oportunidades.
Los planteamientos de los griegos antiguos: Platón y su discípulo Aristóteles, sobre la organización social son la referencia para la estructura social moderna.
Hoy se acepta la democracia, plenamente o a regañadientes, pero también se la rechaza de plano sin atenuantes ni disimulos. El problema sobreviene cuando se quiere hacer aparecer falsamente la existencia de ella que finalmente causa desastres, porque lo que se evidencia es un engaño.
El ejercicio pleno de la democracia, se ejerce obviamente a través del voto libre, en todas las acciones que permiten la expresión del conjunto de personas con definidos fines. El imperio de las mayorías y el respeto por los derechos de las minorías, es una regla de oro que es vulnerada más frecuentemente de lo que se cree o se siente. En Colombia existen muchos ejemplos.
Para dentro de un año, si no sucede nada extraño porque todo es posible aunque parezca irreal, los colombianos habrán elegido presidente y congresistas. En ese sentido las campañas electorales, con todas sus argucias, se harán más intensas en la medida que transcurran los días hasta el momento de la decisión popular consignada en las urnas.
Desde hace varios meses algunos aspirantes a diferentes candidaturas han expresado sus intereses en obtener el beneplácito de quienes definirán las personas que deben someterse a la decisión inapelable, salvo artimañas, del pueblo.
En Colombia aún existe el comercio del voto. La realidad es contundente aunque sea negada por el elector y los asesores o el mismo candidato o posteriormente el elegido o el perdedor electoral.
Es oportuno comenzar a pensar en las personas que han evidenciado sus deseos de ser presidente de Colombia o congresista. Han aparecido diferentes nombres, unos en forma tímida e inclusive con mensajes subliminales y otros, han hecho conocer sus aspiraciones decididamente.
Viene la inmensa encrucijada de los colombianos para escoger al candidato ideal, al mejor o a los impuestos por diferentes mecanismos.
Aparecen en distintos medios de comunicación los balances de congresistas con aspiraciones a repetir, incluyendo las exaltaciones de sus cualidades, con su historial a veces precario, de los candidatos a la presidencia o el Congreso. La multitud incontenible de nombres será cada vez más evidente hasta que sean plasmados en las listas preelectorales y en ese momento el análisis que deben hacer los colombianos estará permeado por múltiples factores que les impedirá en no pocas ocasiones una decisión libre que sería lo ideal. Porque todas las decisiones son respetables aunque no sean compartidas, eso es democracia.
Corresponde a todos los ciudadanos, es lo deseable, hacer pedagogía, y ello no equivale a campaña. Si las personas expresan, aunque el voto sea secreto, sus opiniones sobre los candidatos podrán hallarse distintas facetas en quienes aspiran a ser elegidos y no siempre sometidos al trueque inmediato o tardío.
Los electores tienen una época de agobio cuando a diestra y siniestra lo invaden con la publicidad política, de la pagada y de las otras, que pretenden hacerle creer lo que no es creíble. Para contrarrestar toda la abrumadora presencia de imágenes, letras y sonidos, lo único efectivo es la conciencia que se construye con análisis históricos, su leal saber y entender; con sus experiencias cercanas personales, familiares y sociales; con la necesidad social y con la esperanza.
Pedir y recibir primero promesas y después realidades, no es malo si lo que se pretende son soluciones generales. Inclusive puede ser fáctico, sin intermediación material, que lo familiar y lo personal, estén en el ámbito de las relaciones elector-candidato, si el voto no está ligado indisolublemente a un canje, porque el cumplimiento, no siempre se obtiene. Y, de eso el país está repleto.
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