Los temas de salud son atrayentes e interesan cada vez más a la comunidad. Los ciudadanos están ligados permanentemente a través de su existencia y comprometen a la familia, amigos, colegas, superiores e inferiores en las escalas laborales.
No hay ninguna actividad o disciplina de los seres humanos que no contribuya a la necesaria salud, mucho más cuando la definición actual de salud va más allá de la carencia de enfermedad física o mental.
Las investigaciones científicas y tecnológicas más el desarrollo de ellas son cada vez mejores pretendiendo una mayor longevidad de las personas en un marco razonable de conservación de la vida en medio de unas condiciones mínimas y universales satisfactorias.
La llegada al país del segundo niño con sarampión procedente de Venezuela, otro caso importado como sucede con otras enfermedades infecciosas en contraposición con casos autóctonos, debe servir para analizar la situación de Colombia frente a los riesgos latentes.
El médico árabe Rhazes en 910 dC, distinguió entre viruela y sarampión, las cuales eran confundidas desde antes. Paradójicamente, durante muchos siglos viruela se podía confundir con varicela.
En 1966, se inició la aplicación de la vacuna hasta llegar a inmunizar poblaciones completas y erradicar la enfermedad, incluyendo Colombia.
Muchos de quienes tienen más de cincuenta años recuerdan una enfermedad que comenzaba con una especie de estado catarral, incluyendo fiebre, molestia a la luz, ¡ah, las cortinas rojas!, y erupción: Sarampión. Pocos, se acuerdan de la ¡leche con estiércol!
Entre las epidemias, hay que recordar la producida hace poco por el virus Zika.´Por ello es bueno remembrar las palabas pronunciadas el mes pasado en Abu Dabi por el director General de la Organización Mundial de Salud, el biólogo e inmunólogo de Eritrea-África, Tedros Adhanom Ghebreyesus
Su intervención comenzó con el dramático relato de la epidemia de Influenza en 1918 y sus consecuencias. Expresó válidamente que la epidemia más importante de los tiempos modernos es el Ébola que aunque ocurrió solamente en África, dejó enseñanzas importantes entre las cuales se destaca el riesgo en que se encuentra el planeta ante posibles flagelos epidémicos. Los países afectados por el virus letal sufrieron severas consecuencias económicas derivadas del desempleo, los precios menores de las materias primas y las pérdidas fiscales.
Cuando la OMS afirma que recibe cada mes 500 informes de brotes en el mundo, los cuales hay que seguir porque uno o varios pueden convertirse en una epidemia o pandemia con elevada mortalidad, sobreviene de inmediato la idea del riesgo en que se encuentran los más de 7.700 millones de personas.
Un país puede tener un excelente sistema sanitario pero cuando países vecinos o distantes no lo tienen, aparece un riesgo a veces no calculado totalmente.
El Director afirmó que se debe enfrentar la fuente primaria de la inseguridad sanitaria: La inaccesibilidad de 3500 millones de personas a servicios de salud esenciales.
La pregunta y respuesta del Director son cruciales: ¿Podemos conseguir un mundo sin pandemias? No hay ninguna garantía, pero con una preparación meticulosa y una respuesta rápida podemos evitar que se descontrolen la mayoría de los brotes y reducir el impacto de aquellos que tengan una propagación internacional
Añade el Director: Las nuevas tecnologías, el gran volumen de datos y la cibersalud serán fundamentales para mejorar la vigilancia y ampliar el acceso a los servicios, pero, sorprendentemente, en muchos casos las mejores defensas no requieren grandes tecnologías
También refirió la necesidad de obtener nuevas vacunas y medicamentos.
Surge la pregunta: ¿La población colombiana tiene coberturas del 100% de los servicios de salud? La respuesta es no. Partiendo de allí, el análisis que se debe hacer tiene que contemplar una firme decisión estatal de procurar que quienes habitan el territorio tengan a su disposición los más básicos servicios de salud comenzando con los esquemas obligatorios de vacunas y la accesibilidad permanente a medicamentos esenciales.
No hay país exento a la introducción de agentes patógenos tanto microorganismos como tóxicos o toxinas. La diferencia se encuentra en la capacidad y oportunidad del diagnóstico y la inmediatez de la respuesta ante la agresión.
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